Foto: Jit. |
Por: Víctor Joaquín OrtegaNo es necesario ser un profundo conocedor del deporte para saber que el boxeo es la disciplina conquistadora de mayor cantidad de medallas olímpicas para Cuba. Mas lo lógico es ahondar en el asunto, sobre todo periodistas e historiadores, en especial los dedicados a la Cultura Física.
Antes de la victoria del pueblo —el 1 de enero de 1959— no existía esa refulgencia, pese a la calidad de nuestros púgiles demostrada nacional e internacionalmente. Varios titulares del mundo profesionales tuvimos. Aunque hubo quien obtuvo la faja sin merecerla. Otros, sin poseerla, los superaban. No culpemos a la suerte. ¿Cómo pedir justicia en aquel mundillo donde reinaba solo el amor por “Don Dinero”?
Si lo deportivo se matrimonia con los negocios sale perdiendo. Por desgracia, en la actualidad esa mancha no ha perdonado siquiera el olimpismo. Avanza, corroe y nos hace menos humanos.
Me he trazado en este texto reflejar a los primeros púgiles nuestros que actuaron en la gran fiesta Coubertiana, los Centroamericanos y del Caribe y los Panamericanos y reflexionar a partir de ellos.
Tercera edición del menor de los tres certámenes mencionados: San Salvador 1935. Primer púgil dorado de la Mayor de las Antillas: Manuel García, de los 81 kilogramos. Lo imitó su paisano Wilfredo Rodríguez (91). Plata para Carlos González (51), Ángel Calvo (57)) y Armando Díaz (60) Bronce: Claudio Maticorena (67) y Gilberto Bello (75). Carlos fue nuestro primer medallista en el pugilismo centrocaribeño.
En Ciudad de Guatemala 1950, campeonaron Enrique Lamelas (48), Cirilo Gómez (75) y Julio Mederos (81), Subtitulares: Evelio Caballero (54) y Félix Triana (57). Bronce: Sergio Peñalver (51), Rosendo Brunet (60) y Gilberto Gutiérrez. (67). Cuatro años más tarde, en Ciudad de México, Sergio Cárdenas (54) y Reynaldo Tabío (51), plateado y bronceado respectivamente.
Casi todos se perdieron en la noche del olvido, aunque abrazaron el profesionalismo. Lograron cierta popularidad Lamelas y, principalmente, Julio Mederos, quien llegó a imponerse entre los de su peso en el país. Ninguno llegó a pelear en las fiestas del continente y las olímpicas. Varios de ellos finalizaron sus vidas muy mal por los golpes recibidos en su intento de lucro y no de obtener la gloria.
En los Panamericanos un solo cubano, Cristóbal Hernández logró ser medallista (plata) en los 63.5 kilos de los I Juegos, Buenos Aires 1951. Tampoco participó en el gran clásico.
Nuestro inicial medallista en la lidia americana fue Chocolatico Pérez (nombre verdadero: Roberto Caminero): oro en los 60 de Sao Paulo 1963. Su coterráneo Leonardo Alcolea obtuvo plata entre los de 75. ¿Por qué tan poca luz en esos certámenes? Kid Chocolate lo responde en el libro testimonial sobre su vida cuando se le pregunta si hubiera querido ser campeón olímpico: “Claro que me hubiera gustado ganar una medalla olímpica, pero no tenía posibilidad alguna. Primero, tenía que “inventar” para comer. Además, en Cuba no se daba atención al deporte amateur. Ese mismo año, en 1928 (el de los IX Juegos), tuve que enfrentar en Nueva York a Eddie Enos por 40 pesos. ¡No eran tiempos para pensar en Olimpiadas!”.
No solo el mejor de todos, el “Del boxeo soy yo”, sufría esa situación. Kid Gavilán, destacadísimo titular del orbe, Mantequilla Nápoles, Sugar Ramos, José Legrá, Luis Manuel Rodríguez… de proponérselo y estar rodeados de las condiciones materiales y espirituales apropiadas, seguro estoy de su ascenso al podio, hasta a lo más alto. No solo ellos porque estén acreditados por sendas coronas y una estelaridad muy bien ganadas. Pienso en Johnny Cruz, Black Bill, Kid Charol.
Cruz un magnífico boxeador de gimnasio, poco pudo hacer dos veces frente al genial Chócolo. El derrotado comenzaba a ser peldaño de los nuevos. Sin embargo. en sus buenos momentos era dueño de condiciones y lo demostró en Estados Unidos. Bill, debido a las “caricias” del profesionalismo, terminó sus días ciego. Destruido física y económicamente, con un disparo decidió poner fin a su vida. El excéntrico Charol murió sin un centavo, en lo que pesaron sus excesos sobre el ring y en la vida, recogido en un hospital público en Buenos Aires, destrozados los pulmones por la tuberculosis. Su manager Mario Cotilla, arruinado, acudió al suicido al poco tiempo.
Aún duelen las muertes de José “Tigre” Blanco asesinado entre las cuerdas; de Douglas Vaillant, entrenador de mísero sueldo, debiéndole demasiado al fisco, quien se ahorcó en Miami; Benny, Kid Pared al fallecer motivado por el castigo final recibido en una pelea donde perdió el título welter. Murió después de varios meses inconsciente, sin saber leer y escribir.
Si lo deportivo se matrimonia con los negocios sale perdiendo. Por desgracia, en la actualidad esa mancha no ha perdonado siquiera el olimpismo. Avanza, corroe y nos hace menos humanos.
Me he trazado en este texto reflejar a los primeros púgiles nuestros que actuaron en la gran fiesta Coubertiana, los Centroamericanos y del Caribe y los Panamericanos y reflexionar a partir de ellos.
Tercera edición del menor de los tres certámenes mencionados: San Salvador 1935. Primer púgil dorado de la Mayor de las Antillas: Manuel García, de los 81 kilogramos. Lo imitó su paisano Wilfredo Rodríguez (91). Plata para Carlos González (51), Ángel Calvo (57)) y Armando Díaz (60) Bronce: Claudio Maticorena (67) y Gilberto Bello (75). Carlos fue nuestro primer medallista en el pugilismo centrocaribeño.
En Ciudad de Guatemala 1950, campeonaron Enrique Lamelas (48), Cirilo Gómez (75) y Julio Mederos (81), Subtitulares: Evelio Caballero (54) y Félix Triana (57). Bronce: Sergio Peñalver (51), Rosendo Brunet (60) y Gilberto Gutiérrez. (67). Cuatro años más tarde, en Ciudad de México, Sergio Cárdenas (54) y Reynaldo Tabío (51), plateado y bronceado respectivamente.
Casi todos se perdieron en la noche del olvido, aunque abrazaron el profesionalismo. Lograron cierta popularidad Lamelas y, principalmente, Julio Mederos, quien llegó a imponerse entre los de su peso en el país. Ninguno llegó a pelear en las fiestas del continente y las olímpicas. Varios de ellos finalizaron sus vidas muy mal por los golpes recibidos en su intento de lucro y no de obtener la gloria.
En los Panamericanos un solo cubano, Cristóbal Hernández logró ser medallista (plata) en los 63.5 kilos de los I Juegos, Buenos Aires 1951. Tampoco participó en el gran clásico.
Nuestro inicial medallista en la lidia americana fue Chocolatico Pérez (nombre verdadero: Roberto Caminero): oro en los 60 de Sao Paulo 1963. Su coterráneo Leonardo Alcolea obtuvo plata entre los de 75. ¿Por qué tan poca luz en esos certámenes? Kid Chocolate lo responde en el libro testimonial sobre su vida cuando se le pregunta si hubiera querido ser campeón olímpico: “Claro que me hubiera gustado ganar una medalla olímpica, pero no tenía posibilidad alguna. Primero, tenía que “inventar” para comer. Además, en Cuba no se daba atención al deporte amateur. Ese mismo año, en 1928 (el de los IX Juegos), tuve que enfrentar en Nueva York a Eddie Enos por 40 pesos. ¡No eran tiempos para pensar en Olimpiadas!”.
No solo el mejor de todos, el “Del boxeo soy yo”, sufría esa situación. Kid Gavilán, destacadísimo titular del orbe, Mantequilla Nápoles, Sugar Ramos, José Legrá, Luis Manuel Rodríguez… de proponérselo y estar rodeados de las condiciones materiales y espirituales apropiadas, seguro estoy de su ascenso al podio, hasta a lo más alto. No solo ellos porque estén acreditados por sendas coronas y una estelaridad muy bien ganadas. Pienso en Johnny Cruz, Black Bill, Kid Charol.
Cruz un magnífico boxeador de gimnasio, poco pudo hacer dos veces frente al genial Chócolo. El derrotado comenzaba a ser peldaño de los nuevos. Sin embargo. en sus buenos momentos era dueño de condiciones y lo demostró en Estados Unidos. Bill, debido a las “caricias” del profesionalismo, terminó sus días ciego. Destruido física y económicamente, con un disparo decidió poner fin a su vida. El excéntrico Charol murió sin un centavo, en lo que pesaron sus excesos sobre el ring y en la vida, recogido en un hospital público en Buenos Aires, destrozados los pulmones por la tuberculosis. Su manager Mario Cotilla, arruinado, acudió al suicido al poco tiempo.
Aún duelen las muertes de José “Tigre” Blanco asesinado entre las cuerdas; de Douglas Vaillant, entrenador de mísero sueldo, debiéndole demasiado al fisco, quien se ahorcó en Miami; Benny, Kid Pared al fallecer motivado por el castigo final recibido en una pelea donde perdió el título welter. Murió después de varios meses inconsciente, sin saber leer y escribir.
Vienen a la mente en cuanto a posibilidades muchos más sin esa estirpe, pero capaces de vencer en la alta contienda amateur. Se vieron obligados a entrar como peones en ese crimen legalizado Muchos salieron destruidos de esa aventura en busca de plata, porque “… no eran tiempos para pensar en Olimpiadas”. Algunos, debido a la situación reinante se habían hecho profesionales poco antes de 1959.
“No se hacer otras cosas y tengo que vivir”, confesó Joe Rigores un magnífico boxeador aficionado. No pocos se aferraron a ese tipo de pugilismo después de haber sido prohibido en Cuba por su nocividad. Decisión correcta. Joe sucumbió después de cinco operaciones infructuosas en un hospital de Nueva York, debido al castigo recibido en su carrera, con los más recientes golpes en un combate intrascendente en la Arena San Nicolas.
El primero que nos representó en el olimpismo fue Esteban Aguilera (60 kilos), en Roma 1960. Lo eliminaron por decisión en su debut. El primer medallista: Enrique Regüeiferos (63.5), plata en México 1968. El primer as: Orlando Martínez (54) en Munich 1972, también primer deportista ganador de la medalla de oro olímpica después del triunfo revolucionario. Sobre él volveré a escribir próximamente.
“No se hacer otras cosas y tengo que vivir”, confesó Joe Rigores un magnífico boxeador aficionado. No pocos se aferraron a ese tipo de pugilismo después de haber sido prohibido en Cuba por su nocividad. Decisión correcta. Joe sucumbió después de cinco operaciones infructuosas en un hospital de Nueva York, debido al castigo recibido en su carrera, con los más recientes golpes en un combate intrascendente en la Arena San Nicolas.
El primero que nos representó en el olimpismo fue Esteban Aguilera (60 kilos), en Roma 1960. Lo eliminaron por decisión en su debut. El primer medallista: Enrique Regüeiferos (63.5), plata en México 1968. El primer as: Orlando Martínez (54) en Munich 1972, también primer deportista ganador de la medalla de oro olímpica después del triunfo revolucionario. Sobre él volveré a escribir próximamente.
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