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Foto: Cubahora.cu. |
Por Abel Rosales Ginarte Cuba entera se iluminó el 18 de marzo de 1827. Ese día en la ciudad de Bayamo, en la antigua provincia de Oriente, Capitanía general de Cuba, Reino de España, vino al mundo José Fornaris y Luke. De su genio creativo surgió La Bayamesa, la primera canción trovadoresca cubana. Pero no la hizo él solo.
Sus estudios secundarios los realizó en el Seminario San Basilio El Magno, de la oriental Santiago de Cuba y en 1840 llega a La Habana para ingresar en el colegio de San Fernando. Doce años después se graduó de Licenciado en Leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.
Fornaris, centró su vida en la literatura y el periodismo. Publicaciones habaneras como el periódico La Prensa y la revista El Iris, dieron a conocer sus ensayos. El gran salto a la eternidad llegó con la solicitud de su pariente Francisco del Castillo de componer junto a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, una obra musical.
Así surge La Bayamesa, un clásico cubano que fue cantado el 27 de marzo de 1851 en la ventana de Doña Luz Vázquez y Moreno, pieza antológica del cancionero cubano. Luz, era la novia de Francisco.
"¿No recuerdas, gentil bayamesa que tú fuiste mi sol refulgente, y risueño en tu lánguida frente blando beso imprimí con ardor? ¿No recuerdas que en un tiempo dichosos me extasié con tu pura belleza, y en tu seno doblé mi cabeza moribundo de dicha y amor?”. Los autores del inolvidable texto escribieron con toda la nobleza de sus espíritus.
El amor de José Fornaris por la tierra que lo vio nacer trascendió en poemas como Las cubanas, Mi patria, De vuelta a Cuba y muchos otros. La Bayamesa es más que un canto de amor a una hermosa mujer, se ha convertido en un acto de fidelidad a Cuba.
Cuando José muere en La Habana, el 20 de septiembre de 1890, ya su espíritu estaba ligado para siempre a ese misterio que acompaña a los que hemos nacido en este archipiélago, la cubanía.
Fornaris, centró su vida en la literatura y el periodismo. Publicaciones habaneras como el periódico La Prensa y la revista El Iris, dieron a conocer sus ensayos. El gran salto a la eternidad llegó con la solicitud de su pariente Francisco del Castillo de componer junto a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, una obra musical.
Así surge La Bayamesa, un clásico cubano que fue cantado el 27 de marzo de 1851 en la ventana de Doña Luz Vázquez y Moreno, pieza antológica del cancionero cubano. Luz, era la novia de Francisco.
"¿No recuerdas, gentil bayamesa que tú fuiste mi sol refulgente, y risueño en tu lánguida frente blando beso imprimí con ardor? ¿No recuerdas que en un tiempo dichosos me extasié con tu pura belleza, y en tu seno doblé mi cabeza moribundo de dicha y amor?”. Los autores del inolvidable texto escribieron con toda la nobleza de sus espíritus.
El amor de José Fornaris por la tierra que lo vio nacer trascendió en poemas como Las cubanas, Mi patria, De vuelta a Cuba y muchos otros. La Bayamesa es más que un canto de amor a una hermosa mujer, se ha convertido en un acto de fidelidad a Cuba.
Cuando José muere en La Habana, el 20 de septiembre de 1890, ya su espíritu estaba ligado para siempre a ese misterio que acompaña a los que hemos nacido en este archipiélago, la cubanía.
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