Para esos padres verdaderos son estas líneas (+Fotos)

Cuba celebra a los padres este 15 de junio


Por: Lissette Martín

Dicen, y coincido, que un papá es una combinación extraña de razón y de sentimientos, que sabe orientar y exigir, pero al propio tiempo amar.

Sin pretender que haya una definición predeterminada, es quien, al minuto de habernos regañado con severidad, nos sonríe y entrega un guiño de ternura, dice NO cuando es lo justo y SÍ cuando es lo conveniente. Es el que después de una larga jornada de trabajo, abraza a sus hijos y se vuelve niño jugando con ellos.

Muchos lo identifican como director de orquesta, el hombre que da seguridad ofreciendo su mano firme; y hasta puede comparársele con un higo: duro y espinoso por fuera, pero dulce y puro en su interior.

Si tuviese que escoger una entre las variadas definiciones que ahora tengo a mano, me quedo con aquella que sentencia que un verdadero padre tiene mucho de madre, aunque posea fortaleza de varón inquebrantable.

A propósito de este tercer domingo de junio, comparto un precioso texto anónimo, en el que alguien describe cómo deseamos ser acompañados por nuestro progenitor:


No me grites. Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo. Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos. Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos. Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal. Cuando te equivoques en algo, admítelo. Mejorará mi opinión de tí y me enseñarás a admitir también mis errores. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).

Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.

No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenarme hacer algo me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa posición. Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuente un problema no me digas: "eso no tiene importancia..." porque para mí sí la tiene. No me digas que haga algo que tú no haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas. No me des todo lo que te pido. A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.

Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario.


Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente