La dicha de haber apoyado a un héroe tan sencillo como Felipe Guerra

Felipe Guerra Matos. Foto tomada de Jit.

Por: Víctor Joaquín Ortega

Como cuadro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, gloriosa antecesora de la Unión de Jóvenes Comunistas, tuve la felicidad de apoyar, desde la Comisión de Deportes en La Habana, dirigida por Cachón, la labor inicial del cambio en la Cultura Física traído por la epopeya verde olivo.

Al frente de la Dirección General de Deportes (DGD) estaba el capitán del Ejército Rebelde Felipe Guerra Matos, situado en ese organismo por Fidel Castro Ruz el 13 de enero de 1959, oficializado en ese cargo el 13 de febrero del mismo año.

Se había jugado la vida varias veces en el cumplimiento de difíciles misiones encomendadas por el Comandante en Jefe y Celia Sánchez en las montañas, alzadas más que nunca hacia la esperanza, y en el llano, para robustecer allí la combatividad complementaria.

Se enfrentaba ahora a una tarea nada fácil: revolucionar en calidad y cantidad la Cultura Física en el país. Y yo, un aprendiz de cuadro, involucrado en esa batalla sin llegar a los 17 años, con tantos pecados por eliminar, debidos, en gran medida, a mi origen burgués.

Esas batallas y, claro, otras muchas alimentaron mi visión proletaria. Mas nunca olvidaré lo aprendido en el esforzado trabajo de quien guió la forja de la base encontrada por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), nacido el 23 de febrero de 1961.

El nuevo organismo tomaba el batón de una mano limpia, combativa y creadora que actuó bajo el lema de Más deportes y menos vicio, convertido en Deporte, derecho del pueblo, concepción socialista, superior a la noble idea por la que luchó Pierre de Coubertin: deporte para todos.

En ambos órganos, la tarea principal era el desarrollo y la defensa del objetivo esencial de la esfera: formar seres humanos mejores en espíritu y cuerpo a partir de la masividad, sin exclusión por racismo, género, lugar de residencia pese a ser intricado y la potencia del bolsillo. No se dejaba fuera el quehacer con el alto rendimiento y el fortalecimiento del papel en las lides internacionales.

Aquella institución desbrozadora presentaba logros importantes: el ascenso participativo de la población en el deporte al tres por ciento en 1959 del uno por ciento que tenía en 1958; construcción de campos deportivos y no solo en La Habana, que en octubre del primer año llegaban a 19 y contaban con el apoyo edificador de las masas; torneos juveniles de diversas disciplinas; regatas de kayaks, remos y bores de motor; justas de natación, caza submarina, voleibol, hándbol, balompié, baloncesto, softbol, pesas, tenis, ajedrez…; envío de delegaciones a lides internacionales.

Equipo de béisbol Mulos de Nicaro. Foto tomada de la en EcuRed.

Trascendental: un verdadero Campeonato Nacional de Béisbol de una masividad jamás alcanzada: de la base a la cima, actuaron 240 conjuntos y cinco mil 985 peloteros, con una considerable asistencia de aficionados. En el encuentro final, los Mulos de Nicaro, los titulares de Oriente, superaron a la Universidad de La Habana. Ese certamen fortificó el deporte preferido de los cubanos, y era un complemento de las Ligas, amén de ofrecer mayor democracia.

Guerrita, como le decíamos cariñosamente, entregó el testigo pleno de fortaleza y empuje a José Llanusa Gobel, puesto al frente del INDER, y desde allí comenzaría la carrera de impulso hacia el gran salto de la cultura física en la mayor de las Antillas. Bebí con avidez en el manantial tan puro de Guerra Matos al realizar su labor: lejos de la autosuficiencia, unitario sin bajar la guardia, con más hacer que decir. Deseo también mostrarles un hecho que presencié y lo da en otra de sus cualidades. Aunque no estaba ya en la rama del músculo, era comúnmente invitado y acogido con beneplácito por los funcionarios del INDER a diversas actividades.

No fue excepción la reunión de aquella mañana en uno de los salones del Estadio Latinoamericano. A ella llegó unos minutos más tarde de la apertura, porque debió revisar antes unos papeles relacionados con sus funciones actuales, como me informaría un joven reportero cuando se había consumado el suceso del que fue uno de los protagonistas y les voy a narrar. El veinteañero periodista había pedido permiso para salir de la reunión a dar por teléfono los primeros pasos de lo que cubría. Al regreso coincidió con la entrada de Guerrita al que cedió el puesto ante la puerta cerrada.

Quien la cuidaba dice: "Usted, periodista, puede pasar, pero él no. Esto está muy lleno y los jefes no quieren que deje entrar a más nadie". El periodista: "Compañero, estás impidiendo el acceso a Guerra Matos, un héroe de la guerra y el primero que se fajó para levantar el deporte después del triunfo...". Se oyó un débil "yo solo cumplo órdenes". Guerrita interviene: "Él cumple con su deber y no tiene por qué conocerme. Como tú puedes entrar, diles lo que pasa". No hubo necesidad de ello. Cedió el portero y hasta se disculpó. Observé la llegada de Guerrita y el novato. Desde la mesa presidencial le pidieron que ocupara un puesto en ella. Mientras se dirigía a ocupar la silla colocada al efecto, todos se pusieron de pie y aplaudieron.

YER

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