Foto: Deposit Photos.com. |
Por Víctor Joaquín Ortega
La deportividad fue herida al no efectuar el encuentro decisivo por la corona beisbolera en San Salvador 2023 y otorgar el título burocráticamente, por decreto, más allá de que estaba prevista la solución asumida.
Lo reitero —no voy a buscar sinónimo— es antideportivo: las medallas se ganan en el terreno y no desde un buró, tomando como base el resultado de un juego en la etapa clasificatoria.
Sin sombra de chovinismo lo escribo, pues no se debe a que se le diera el galardón a México y se dejara en segundo puesto a Cuba. Opinaría igual de entregarse el cetro a mi país de dicha manera: critico la decisión asumida ante la presencia de la inclemente lluvia.
¿Por qué no se declararon campeones a ambos equipos? ¿Por qué al conocer la gran amenaza de lluvia no se desplazó la lid por la dorada para el horario de la pugna por el bronce? Ah, se prefirió el espectáculo a lo realmente deportivo. No por gusto Pierre de Coubertin estuvo en contra de priorizar el show.
Ya antes en un certamen multideportivo regional se procedió de una forma más honorable y equitativa en un caso de este tipo. En los VII Juegos Panamericanos, albergados por Ciudad de México en 1975, cuando el once futbolístico de la sede y el de Brasil contendían por el cetro, una tremenda falla eléctrica impidió la continuación del partido. La solución fue conceder las medallas de oro a ambos seleccionados. No hubo peldaño plateado y Argentina ocupó el tercer sitio.
En la gran fiesta continental de Río de Janeiro 2007 la lluvia como protagonista horrible nuevamente en la pelota: fue imposible celebrar la batalla por el peldaño de bronce y se les concedieron las preseas a México y Nicaragua. Poco faltó para repetir lo mismo en el encuentro entre Cuba y Estados Unidos. Finalmente, no hubo que hacerlo, pues se jugó y los antillanos conquistaron su décima victoria consecutiva de la justa en esa disciplina al superar a sus rivales norteños.
Sin sombra de chovinismo lo escribo, pues no se debe a que se le diera el galardón a México y se dejara en segundo puesto a Cuba. Opinaría igual de entregarse el cetro a mi país de dicha manera: critico la decisión asumida ante la presencia de la inclemente lluvia.
¿Por qué no se declararon campeones a ambos equipos? ¿Por qué al conocer la gran amenaza de lluvia no se desplazó la lid por la dorada para el horario de la pugna por el bronce? Ah, se prefirió el espectáculo a lo realmente deportivo. No por gusto Pierre de Coubertin estuvo en contra de priorizar el show.
Ya antes en un certamen multideportivo regional se procedió de una forma más honorable y equitativa en un caso de este tipo. En los VII Juegos Panamericanos, albergados por Ciudad de México en 1975, cuando el once futbolístico de la sede y el de Brasil contendían por el cetro, una tremenda falla eléctrica impidió la continuación del partido. La solución fue conceder las medallas de oro a ambos seleccionados. No hubo peldaño plateado y Argentina ocupó el tercer sitio.
En la gran fiesta continental de Río de Janeiro 2007 la lluvia como protagonista horrible nuevamente en la pelota: fue imposible celebrar la batalla por el peldaño de bronce y se les concedieron las preseas a México y Nicaragua. Poco faltó para repetir lo mismo en el encuentro entre Cuba y Estados Unidos. Finalmente, no hubo que hacerlo, pues se jugó y los antillanos conquistaron su décima victoria consecutiva de la justa en esa disciplina al superar a sus rivales norteños.
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