El pasado 23 de febrero arribó a su aniversario 60 el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), efeméride que no se celebró a la altura de los merecimientos por la situación de Cuba con la Covid-19.
Lo anterior no quiere decir que las autoridades de la institución pasaron por alto el agasajo a quienes, a lo largo de estos años, han entregado lo mejor por el desarrollo del deporte en La Habana, ya sea como atleta, directivo o en otra labor dentro del organismo.Sin embargo, considero que la ocasión resulta propicia para, además de reconocer los buenos resultados y a sus protagonistas, revisar en cada municipio las principales dificultades que atentan contra un mejor desempeño de la actividad física.
El deporte habanero puede mejorar si se rescata la masividad en la práctica deportiva desde la base, que ahora dista mucho de lo evidenciado en los años de mayores éxitos. Para ello resulta imprescindible remozar las áreas e instalaciones deportivas que se deterioran a la vista de todos.
Cuba carece de grandes recursos económicos, debido en gran medida al bloqueo económico y asedio de los diferentes gobiernos estadounidenses. Este escenario realmente limita la disponibilidad de medios para la práctica de la actividad del músculo.
Ahora bien, esto no debe restringir la creatividad y capacidad innovadora de los capitalinos para solucionar los problemas.
Sin duda se precisa revisar y revolucionar cada uno de los proyectos
de desarrollo deportivo en La Habana y que, entre sus objetivos, estén
la masificación y mejoría de las condiciones en las instalaciones de la
base, así como el vínculo de los especialistas del deporte con la
comunidad.
A esto se suma el necesario compromiso y
responsabilidad de los directivos y técnicos para el control de cada una
de las acciones que se ejecuten en los territorios.
Por supuesto, a todo lo anterior se adiciona el aporte de los exatletas que tanto encumbraron al movimiento deportivo.