El 27 de mayo de 1925, en
la Clínica Balear, de San Miguel del Padrón, nació el hijo
primogénito del joven matrimonio integrado por Servando y Francisca,
quienes le colocaron el nombre de Julio.
Lejos estaban de imaginar que aquel bebé llegaría a inscribirse con letras doradas en la Historia de Cuba.
Lejos estaban de imaginar que aquel bebé llegaría a inscribirse con letras doradas en la Historia de Cuba.
La vida del niño estuvo signada por su condición social, hijo de padres
humildes, inmigrantes españoles, con escasos recursos económicos. Sufrió
las vicisitudes consecuentes de haber nacido de una madre sirvienta
y de un padre chofer, en la Cuba neocolonial y pseudorepublicana.
Cuando tenía sólo tres años su madre tuvo al segundo hijo, de cuyo parto
quedo enferma, por lo que el padre haciendo grandes sacrificios les
costeó el viaje de regreso a Galicia, su sitio natal.
Esas circunstancias hicieron que Julio asistiera por primera vez a la
escuela en suelo español, donde desde muy temprano tuvo que alternar los
estudios con las labores del campo para ayudar a su madre en la
subsistencia familiar.
En 1936, cuando tenía sólo once años, huyendo del franquismo,
regresaron a Cuba para estar de nuevo junto al padre, al calor de cuyas
ideas progresistas y contrarias a la tiranía, se forjaron los
sentimientos y convicciones de justicia que caracterizaron a ambos
hermanos.
Desde entonces Julio mostró inclinación hacia las Ciencias
Farmacéuticas, por lo que se acercó a ese quehacer convirtiéndose en
mensajero de la Farmacia de Calabazar.
Con sólo 17 años por primera vez sufre una crisis de hemotisis, por lo
que a instancias de amistades y compañeros de causa política del padre(
ya fallecido), fue ingresado en el.antiguo sanatorio de esa periférica
zona capitalina, donde conoce a su novia, relación amarosa que solo
truncaría la muerte prematura de él.
Ante la precaria situación de atención médica y carencia de recursos
que vivió en el sanatorio, tras su salida de allí, regresa llevando
medicamentos a muy bajos precios para aliviar a los enfermos.
A finales de los años 40 acontecerían en su vida de joven
revolucionario, militante del Partido Ortodoxo, hechos que foguearían
sus convicciones.
En 1951, sucedería lo que marcarían definitivamente su destino:
durante un mitín en Santiago de las Vegas, tras denunciar un hecho de
corrupción del presidente Carlos Prío Socarras y el brutal desalojo de los
campesinos, se le acerca el joven Fidel Castro.
Desde esos momentos interactúa con Fidel accionando desde una célula
clandestina en Calabazar.
Por esas probadas razones el nombre de Julio Trigo estuvo entre los 135
jóvenes revolucionarios que asaltarían la segunda fortaleza militar de
Cuba. El 25 de julio de 1953, un día antes del asalto al Moncada, Julio sufrió una nueva crisis de hemotisis (tosió y expectoró sangre),
motivo por el que Fidel lo dejó fuera de la caravana de los asaltantes.
No obstante, sus sólidas convicciones de revolucionario consecuente
hicieron que desobedeciera al líder de la Generación del Centenario y
llegara caminando hasta el Cuartel.
Se integró al combate, resultó detenido y engrosó la lista de los
sesenta asaltantes que fueron torturados y asesinados, cumpliendo la
orden del tirano Batista de matar a 10 rebeldes por cada soldado muerto.
Tras el triunfo de la Revolución personalmente el Comandante en Jefe,
Fidel Castro, en solemne ceremonia colocó el nombre de joven mártir al
antiguo sanatorio, convertido entonces en el Hospital Clínico
Quirúrgico Julio Trigo López.
En la Cuba actual, los trabajadores de esa institución de la Salud Pública
que lleva su nombre, tributan con su desempeño profesional el homenaje
cotidiano a aquel joven de sólo 28 años que fiel al sentir de José
Martí autor intelectual del Moncada ofrendo su heroica vida en brazos
de la Patria agradecida.