Cada 26 de julio Cuba recuerda no solo un hecho histórico, sino también una fuerza que trasciende el tiempo: la capacidad del pueblo cubano de resistir, reinventarse y celebrar la vida incluso en los momentos más difíciles.
Esta fecha marca el Día de la Rebeldía Nacional, cuando un grupo de jóvenes, liderados por Fidel Castro, desafió el poder establecido en busca de justicia y dignidad. Aquella acción del Moncada, aunque no tuvo éxito militar inmediato, encendió una llama que aún arde en el espíritu del país.
Si algo define al cubano, es su tenacidad. Hemos enfrentado huracanes, escasez y desafíos cotidianos con una perseverancia admirable. La historia nos ha puesto muchas veces a prueba, y cada vez hemos demostrado que la resiliencia no es una excepción, sino parte esencial de nuestra identidad nacional.
Desde las calles de La Habana hasta los rincones más humildes del país, la creatividad cubana no conoce límites. Convertimos una lata vieja en arte, una idea sencilla en negocio, un sueño en canción. El ingenio de nuestro pueblo ha sido, y sigue siendo, uno de los motores que nos impulsa
Incluso en las circunstancias más duras, en Cuba se baila, se canta y se ríe. Nuestra alegría no es ingenua: es una forma de resistencia. Es la decisión diaria de vivir con dignidad, de compartir, de encontrarnos en el ritmo de la música, en el sabor de la comida, en el abrazo de un vecino.
Hoy, 26 de julio, no solo honramos a quienes se rebelaron por un país más justo. También celebramos la rebeldía cotidiana que nos hace únicos: esa capacidad de resistir sin perder la alegría, de luchar sin perder la ternura, de ser cubanos en cada gesto, palabra y paso.