La Lisa escribe historia: primer título habanero en Pequeñas Ligas y el sueño de Pensilvania

Foto: Jit.

Por: Tony Díaz

La reciente victoria del equipo de La Lisa en la final de las Pequeñas Ligas cubanas (11-12 años) no solo marca un hito histórico para el béisbol capitalino, sino que también encapsula la esencia del deporte como fenómeno colectivo, donde la estrategia, la resiliencia y el aprovechamiento de oportunidades convergen para tallar triunfos memorables.

El choque definitorio, resuelto con un contundente 10x0, refleja un partido donde la precisión de unos y los deslices de otros tejió el relato de una hazaña que trasciende lo deportivo para arraigarse en lo simbólico: la primera corona nacional para La Habana en un torneo que, desde su surgimiento en 2020, se ha convertido en semillero de futuras promesas del béisbol antillano.

El triunfo de La Lisa adquiere mayor relieve al considerar que municipios capitalinos como Diez de Octubre y La Habana del Este habían caído en finales anteriores (2020 y 2023) ante equipos de Bayamo.

Esta victoria no solo quiebra una secuencia de intentos fallidos, sino que también desafía el dominio de regiones tradicionalmente beisboleras como Granma o Villa Clara, cuyos equipos (Santa Clara, por ejemplo) habían conquistado los títulos recientes. La coronación de La Lisa sugiere un rebalanceo en el mapa competitivo de las Pequeñas Ligas, destacando la profundidad del talento en la capital cubana.

Al ganar el derecho a representar a Cuba en la eliminatoria regional de julio en Curazao, La Lisa asume ahora un desafío mayor: competir en un entorno internacional donde la exposición a estilos diversos de juego será crucial para su crecimiento.

La posibilidad de acceder a la Serie Mundial en Pensilvania —epicentro emblemático del beisbol infantil— no solo sería un logro inédito para Cuba, sino también un estímulo para estas ligas, que desde 2020 buscan consolidarse como plataforma de desarrollo integral.

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Este escalón internacional pondrá a prueba no solo las habilidades técnicas del equipo, sino su capacidad para adaptarse y absorber presiones extracancha.

Las Pequeñas Ligas cubanas, en su quinta edición, trascienden lo competitivo para erigirse en un proyecto social y formativo. Alumnos de 11-12 años no solo aprenden a conectar triples o lanzar rectas, sino a trabajar en equipo, gestionar derrotas y celebrar triunfos con humildad.

La Lisa, con su mix de talento individual y cohesión grupal, ejemplifica cómo estos torneos son laboratorios de valores.


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Su victoria es un recordatorio de que, en el beisbol —como en la vida— los rallies decisivos se construyen con paciencia, los errores se convierten en oportunidades y las coronas se ganan con mentalidad, no solo con músculo.

Felicidades para los campeones de La Lisa. Curazao los espera, la meta es Pensilvania.

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