Alejo Carpentier amó la radio. Foto: Internet |
Por: Leonel José Pérez Peña
La Radio Cubana recuerda hoy la venida del hombre del siglo de las luces y gloria de las letras hispánicas, Alejo Carpentier, quien vino a la vida en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904, pero que siempre dijo haber nacido en la calle Maloja, en Centro Habana, quizás por ese infinito deseo de ser cubano por nacimiento.
A 120 años de su nacimiento se le recuerda como el precursor de la Radio Cubana por sus invaluables aportes práctico-teóricos que tanto influyeron en el desarrollo del lenguaje radiofónico, imprescindibles hoy para estudiar y llegar a comprender este poderoso medio de comunicación, al que veÃa como nuevo arte, por sus infinitas posibilidades para la creación.
De Paris trajo a Cuba las más novedosas experiencias del arte radiofónico, fundamentalmente, aquellos conceptos dramatúrgicos y técnicos para la puesta radial que habÃa compartido con su maestro francés Paul Deharme, y otros de la talla de Orson Welles, con quienes se forja el criterio de convertir el invento de la radio un nuevo arte.
En su rica labor periodÃstica son abundantes las crónicas, en las que muestra su deslumbramiento por las posibilidades artÃsticas del medio. Tanto es asà que el 17 de diciembre de 1933 publicó en la revista Carteles su artÃculo titulado “El radio y sus nuevas posibilidades”, en el que declara:
Urge crear un arte radiofónico, una preceptiva del radio, del mismo modo que existe un Arte poético y una preceptiva literaria. Las posibilidades del radio son ilimitadas. Mil géneros inéditos, pueden nacer a su amparo. Basta enfocarlo con un poco de imaginación y de iniciativa”.
La dinámica de la vida y la interpretación de la realidad objetiva llevó al propio Carpentier, años más tardes, a asegurar:
estamos asistiendo a la lenta agonÃa de la radio. AgonÃa inevitable, ante el avance de la televisión. Puede ser que dure dos años tres, durante más tiempo en naciones de nuestro continente donde la técnica nueva no ha entrado siquiera en su perÃodo experimental-, sigan saliendo programas musicales, novelas, episodios, etc., a las ondas del éter. Pero los dÃas de la radio están contados, como lo estuvieron, hacia el año 1930, los dÃas del cine mudo
Resultan apocalÃpticas estas palabras. Máss aún, viniendo de quien con tanta pasión y resultados artÃsticos trabajó por un cuarto de siglo en la radio. Básicamente sustenta sus ideas en que: ”un arte no se alimenta con obras de un tipo excepcional presentadas un dÃa, como particular alarde de buen gusto, sino con una producción continuada, en desarrollo sobre la misma, en evolución, capaz de crear estilos, tradiciones, normas, destinadas a constituir un clasicismo para los hombres del futuro”
El motivo de estas reflexiones es posible encontrarla en la TeorÃa de la Radio de Bertolt Brecht, cuando sentenció “la radiodifusión deberÃa en consecuencia, apartarse de quienes la abastecen y constituir a los oyentes en abastecedores”
Entonces entenderÃamos que la necesidad de presupuestos financieros para el propio desarrollo de la Radio es la causa que echó por tierra estas y otras ideas. Cediendo, con ello, el paso a la Radio Comercial y desechando la aspiración de la intelectualidad de la época de convertir la Radio en arte, al igual que sucedido con el cine.
Pero los aportes de Carpentier son defendidos hoy en la concepción de la programación de la Radio Cubana, alejada de esa visión mercantilista y ascendiendo cada vez más a una poética, en la que el oyente es el sujeto lirico y el protagonista del drama de la vida, que refleja cada puesta del arte de la imagen sonora.