Lázaro de la Torre y la lealtad deportiva

Foto: Periódico Trabajadores.

Por: Víctor Joaquín Ortega


La entrevista recién realizada por Carlos Alberto Hernández Luján a Lázaro de la Torre, para la sección dedicada a las Glorias Deportivas, en el canal televisivo Tele Rebelde. Navegó por aguas muy claras: bien llevada por el periodista que capturó mucho de la vida del brazo de hierro del béisbol cubano, quien demostró ser de verbo firme y sincero a la altura de su alma acerada, incapaz de quebrase a pesar de no pocas injusticias sufridas.

La realidad no es perfecta. Hay que reflejarla con sus momentos felices y tristes. Y tratar de interpretarla. Sin ocultar la verdad. Ni edulcorarla. Esconder los errores, lo mal hecho, vengan de donde vengan, sea quien sea el culpable, es mentir.

Usted los sitúa detrás de un biombo y un día el aire lo tumba o el tiempo lo destruye: serán tigres desbordados de furia. Lo que pasa es que como dice un personaje del teatrista cubano Montero, el secreto del café con leche está en la sal. Si se te va la mano, lo salas. Si no le pones, ¡qué desabrido!

Las estadísticas de este lanzador son magníficas. En varias ocasiones fue básico en el éxito de los azules y del equipo habanero en las selectivas. Ese rosario seguido de victorias, hasta seis en un corto tiempo, como abridor o relevo, para garantizar el triunfo de su seleccionado, dice mucho. Lo ve como algo que debía hacer. No le da carácter de proeza y lo es.

Por los numeritos tan favorables se veían obligados a llevarlo. Mas no lo utilizaron correctamente. Tenía para dar más, especialmente en la arena internacional. Se preparaba como debe ser. Amaba el uniforme sin quedarse en las frases.

Se entregaba a fondo. Respetaba y se hacía respetar. Esto último pudo molestar a esos que solo se oyen a ellos mismos. les preocupa quien tiene luz propia y lo fustigan de alguna manera.

Sin embargo, lo que más me emocionó y robusteció mi admiración por él ocurrió cuando confesó que, al retirarse, en otra provincia le propusieron dirigir el conjunto representativo de ella en la Serie Nacional, junto a un buen grupo de facilidades. Él se negó. Con respeto le dijo a quienes se lo propusieron algo así, más desde el corazón que de la garganta: yo puse todo mi brazo para que Industriales venciera. ¿Cómo ahora voy a jugar contra mi equipo, contra mi provincia…? Lo comprendieron, lo felicitaron, también en ellos creció la admiración por De la Torre.

Recordé entonces aquel lío de Figo cuando abandonó el Barcelona por el Real Madrid en busca de más plata y fama. Que existan comunicadores que sigan la carrera de individuos de esta clase y hasta le chiqueen el nombre mientras les cantan loas.

Me vino a la memoria enseguida nuestro brillante velocista José Eduardo Barrientos Schweyer, uno de los símbolos más reconocidos de los atletas Caribes con su exaltada frase “No haré deportes contra la Universidad, ni dejaré que mis hijos lo hagan”, Pepe Barrientos (18-3-1904; 27-9-1945) nos representó en los Juegos Olímpicos de 1926 albergados por Ámsterdam donde llegó a la segunda eliminatoria. Piloto de la Compañía Extremo Aéreo Interamericano murió cuando su avión cayó al mar en un vuelo Miami- La Habana. Sus restos y los de la aeronave jamás fueron encontrados.

A De la Torre y Pepe Barrientos los relaciono con esta expresión de Pierre de Coubertin: “Únicamente le pido al juramento olímpico una cosa: la lealtad deportiva”.

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