Foto: Montaje Radio COCO. |
Por: Víctor Joaquín Ortega
Yoanka fue una gran ciclista y Odalys reinó sobre el tatami. He usado este título porque nacieron en enero, quería unirlas en estas líneas, y las dos lograron imponerse en la vida con igual potencia que en el deporte.
No deseo dar la mayor relevancia a cifras y galardones relacionados con ambas, aunque demuestren la calidad conquistada, pues prefiero ir a la esencia de Yoanka González Pérez y Odalys Revé Jiménez.
Yoanka nació el día 10 del primer mes de 1976. Pequeña patria: Maguaraya Arriba, territorio del municipio villaclareño de Cifuentes. Su gran amor: el ciclismo. Pudo abrazarlo debido a que en su país el deporte es un derecho del pueblo desde la niñez.
Vigor físico y de carácter, capaz de vencer cualquier ataque de la timidez. Soslayo su enorme cantidad de medallas: prefiero penetrar su labor en Beijing 2008.
Primero debió subirse sobre ella misma más que sobre la bicicleta. Debió “ipponear” una adversidad, esa que pone el destino en la existencia de cualquier persona. Su esposo de entonces, el también ciclista Pedro Pablo Pérez, había sufrido un accidente de tránsito en vísperas del magno certamen que no solo impidió su actuación en los Juegos. Le ubicó la muerte muy cerca, derrotada por el físico del joven, además del desarrollo humano y científico de la medicina cubana.
Fidel Castro no se dolió solo del suceso con respecto a Pedro Pablo y señaló al referirse a Yoanka: “… golpea también a una gran promesa olímpica…”. Y los golpes traicioneros sobre el alma de la muchacha fueron más lesionadores. Pero no falló al país ni a sí misma. ¡Medalla de plata en la lid por puntos, solo superada por la titular mundial, la estelar holandesa Marianne Vos!
Fue su pedalazo más brillante, a pesar de tantos premios anteriores mencionados por el historiador Mario Torres de Diego al felicitarla: los sintetiza porque de darlos todos y comentarlos tendría que utilizar varias páginas de su libro Efemérides deportivas. Ella fue “…subcampeona en la prueba por puntos en Beijing en el 2008, bronce en la carrera por puntos en el Campeonato del Orbe en Stuggart en el 2003, medallista de todos los colores en diversas especialidades del pedal en Copas del Mundo, Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe. Ocupa en tres ocasiones, 1994, 1996 y 1997, la primera posición en el clásico femenino del municipio capitalino de Playa y que saluda el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, entre los torneos de relevancia internacional en que participa”.
Ahora pónganse el kimono
Vamos a hablar de una gran mujer del arte marcial creado por el japonés Jigoro Kano: Odalys Revé Jiménez. Le va a poner música al tatami, se los advierto. Y de la buena.
Primero debió enfrentar como muchas una corriente machista contraria a la entrada de las mujeres a esa disciplina. Dicho dogmatismo lesionó también a las muchachas aspirantes a batirse en el levantamiento de pesas y la lucha. El mismo trato antidemocrático mordió a las boxeadoras hasta hace poco.
Las del kimono tuvieron mejor suerte: el cerco cayó antes. Entonces, flores, diplomas, actos para las medallistas y los entrenadores, con los adversarios de antes en la primera fila del recibimiento. Casi siempre ocurre así: los más enconados contrincantes de una línea, una innovación, un método son quienes aplauden con mayor fuerza en cuanto cae el cerco que aquellos tenían delante. El oporto marea muchísimo.
Y que quede claro: el error nos ha costado, amén de fracturar justas aspiraciones, alrededor de 25 preseas en citas internacionales. Pero llegamos tarde.
Después de “ipponear” a los mencionados oponentes, a la Revé le tocó realizarlo sobre el tatami. Convertida en la mejor de su patria en los 66 kilogramos, en el debut olímpico del judo para mujeres obtuvo su más destacada actuación: primera judoca del continente americano en conquistar la corona en la trascendental lidia deportiva del planeta. Cuatro años después en Atlanta 1996 fue quinta.
La natural de Sagua de Tánamo, Holguín, es dueña de par de doradas panamericanas y otras dos de los centrocaribes, de igual logro en los mundiales, y se impuso en la Copa del Mundo de 1995. Integró el equipo as del orbe en París 1997. La seleccionaron entre los 100 deportistas cubanos más destacados del siglo XX.
Yoanka nació el día 10 del primer mes de 1976. Pequeña patria: Maguaraya Arriba, territorio del municipio villaclareño de Cifuentes. Su gran amor: el ciclismo. Pudo abrazarlo debido a que en su país el deporte es un derecho del pueblo desde la niñez.
Vigor físico y de carácter, capaz de vencer cualquier ataque de la timidez. Soslayo su enorme cantidad de medallas: prefiero penetrar su labor en Beijing 2008.
Primero debió subirse sobre ella misma más que sobre la bicicleta. Debió “ipponear” una adversidad, esa que pone el destino en la existencia de cualquier persona. Su esposo de entonces, el también ciclista Pedro Pablo Pérez, había sufrido un accidente de tránsito en vísperas del magno certamen que no solo impidió su actuación en los Juegos. Le ubicó la muerte muy cerca, derrotada por el físico del joven, además del desarrollo humano y científico de la medicina cubana.
Fidel Castro no se dolió solo del suceso con respecto a Pedro Pablo y señaló al referirse a Yoanka: “… golpea también a una gran promesa olímpica…”. Y los golpes traicioneros sobre el alma de la muchacha fueron más lesionadores. Pero no falló al país ni a sí misma. ¡Medalla de plata en la lid por puntos, solo superada por la titular mundial, la estelar holandesa Marianne Vos!
Fue su pedalazo más brillante, a pesar de tantos premios anteriores mencionados por el historiador Mario Torres de Diego al felicitarla: los sintetiza porque de darlos todos y comentarlos tendría que utilizar varias páginas de su libro Efemérides deportivas. Ella fue “…subcampeona en la prueba por puntos en Beijing en el 2008, bronce en la carrera por puntos en el Campeonato del Orbe en Stuggart en el 2003, medallista de todos los colores en diversas especialidades del pedal en Copas del Mundo, Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe. Ocupa en tres ocasiones, 1994, 1996 y 1997, la primera posición en el clásico femenino del municipio capitalino de Playa y que saluda el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, entre los torneos de relevancia internacional en que participa”.
Ahora pónganse el kimono
Vamos a hablar de una gran mujer del arte marcial creado por el japonés Jigoro Kano: Odalys Revé Jiménez. Le va a poner música al tatami, se los advierto. Y de la buena.
Primero debió enfrentar como muchas una corriente machista contraria a la entrada de las mujeres a esa disciplina. Dicho dogmatismo lesionó también a las muchachas aspirantes a batirse en el levantamiento de pesas y la lucha. El mismo trato antidemocrático mordió a las boxeadoras hasta hace poco.
Las del kimono tuvieron mejor suerte: el cerco cayó antes. Entonces, flores, diplomas, actos para las medallistas y los entrenadores, con los adversarios de antes en la primera fila del recibimiento. Casi siempre ocurre así: los más enconados contrincantes de una línea, una innovación, un método son quienes aplauden con mayor fuerza en cuanto cae el cerco que aquellos tenían delante. El oporto marea muchísimo.
Y que quede claro: el error nos ha costado, amén de fracturar justas aspiraciones, alrededor de 25 preseas en citas internacionales. Pero llegamos tarde.
Después de “ipponear” a los mencionados oponentes, a la Revé le tocó realizarlo sobre el tatami. Convertida en la mejor de su patria en los 66 kilogramos, en el debut olímpico del judo para mujeres obtuvo su más destacada actuación: primera judoca del continente americano en conquistar la corona en la trascendental lidia deportiva del planeta. Cuatro años después en Atlanta 1996 fue quinta.
La natural de Sagua de Tánamo, Holguín, es dueña de par de doradas panamericanas y otras dos de los centrocaribes, de igual logro en los mundiales, y se impuso en la Copa del Mundo de 1995. Integró el equipo as del orbe en París 1997. La seleccionaron entre los 100 deportistas cubanos más destacados del siglo XX.
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