Foto: Jit.
Por:
Víctor Joaquín Ortega
El tenis de mesa no está entre los deportes más mediáticos del país y debía estarlo. Muchos otros atrapados por el alboroto de funcionarios y comunicadores ganan espacios muy por encima de su calidad, de lo que obtienen, de lo que avanzan en lo masivo y la alta competencia.
Cierto que casi todos son más populares, pero tanto canto, tanta atención, no siempre merecida, los apoya mientras el silencio enlaza a otras disciplinas. No solo ocurre en las lides del músculo: artistas —¿artistas?— y productos inferiores, hasta de mal gusto, son más divulgados no pocas veces más que los verdaderos. La incultura mucho tiene que ver con este error.
En
diversas competencias nacionales e internacionales, con el colofón dorado en
los Juegos Panamericanos recién concluidos, los tenimesistas antillanos han
demostrado su ascenso más allá de las medallas. ¡Qué manera de conquistarlas!
En
Santiago 2023, frente a rivales de gran valía en el continente, respetados en
este ámbito a raquetazos. De justa en justa han mostrado adelanto, sangre
nueva, veteranos con el corazón muy joven.
La
fiesta atlética de América escenificada en Chile dejó alegrías grandes: dobles
mixtos: la pequeña gigante Daniela Fonseca y Jorge Moisés Campos no creen en los favoritos, sean la pareja brasileña o
los asiáticos nacionalizados o de origen: sean quienes sean, vengan de donde
vengan, doblegados ante el empuje de los antillanos.
En el
doble masculino, Campos y Andy Pereira repiten la hazaña, y el segundo obtiene
el subtítulo en los combates individuales. Una cosa es el papel, los
vaticinios, la lógica, otra la vida.
La lógica dialéctica tiene en cuenta el coraje, la decisión, la disciplina, la entrega a partir del adiestramiento, crecidos en los momentos supremos, sin encadenarse a estadísticas y premios conseguidos. No faltaron la táctica y la estratégica bien trazadas, el dominio cada vez mayor de la técnica, el cuidado de la salud aun sobre bases científicas.
Esencial, la labor de los guías: los entrenadores, el psicólogo, el médico, el fisioterapeuta, los funcionarios que funcionan como es debido.
La
actuación no se queda en los galardones. Promete muchas más alegrías para el pueblo.
La solidez, el desarrollo de este deporte no cayeron desde el cielo. Hay un
trabajo colectivo que viene desde la construcción de una familia, que ha sabido
dar los pasos necesarios para elevarse en lo atlético, en lo ciudadano, en el
saber y logró aprovechar las becas internacionales, la participación en
diversas lides, ser sede de varias y cualquier espacio beneficioso en el país. Sí,
sin alharaca, el tenis de mesa cubano, ¡qué bien!