¡Qué cuarteto, cará…!

A veces se soslaya y poco se habla de que, en la esencia del avance, de los triunfos, vibra la labor de todo un equipo con el entrenador al frente. Foto: Cubadebate


Por: Víctor Joaquín Ortega

Estas cuatro nadadoras han llenado de felicidad a su pueblo: Gámez, Becali, Lorena, la Estrada. Por ser tan pueblo precisamente, tan cubanas desde el entrenamiento, muy golpeado por las dificultades, vengan desde el cerco enemigo o de deslices internos, y en el combate ante duras rivales en la piscina de los Centroamericanos y de Caribe San Salvador 2023, capital del país que ha hecho honor a su nombre al salvar el certamen. ¡Qué cuarteto carà…! Están por encima de las medallas logradas: pusieron de pie hasta a los nadadores de orilla sobre todo en el relevo 4 x 100 estilo libre.

Mas no nos quedemos en la emoción pese a ser válida. Profundicemos, ¿quién puede negar la entrega, el amor al deporte y el tener bien interiorizado su responsabilidad con la patria de dichas jóvenes? Sin eso, les sería harto difícil cristalizar la técnica y el desarrollo físico. A veces se soslaya y poco se habla de que, en la esencia del avance, de los triunfos, vibra la labor de todo un equipo con el entrenador al frente. 

Las titulares, agradecidas, han reconocido que sin Luisa María Mojarrieta habría sido muy difícil para ellas ganar los combates. Los primeros, contra ellas mismas. Los principales rivales de uno están dentro de uno. Ella supo unirlas, aunque cada una tiene sus características y no son fáciles, paciente lejos de la imposición y si con el convencimiento, sin caer en blandenguerías  

Más allá de lo atlético, forjaba- y forja- mejores personas. Lo hizo a partir de que no cayó aquí de dedo, tiene saberes verdaderos sobre la especialidad y más allá. Ella y su familia son ejemplo de dignidad, opinión propia, pasión por la natación y por el deporte en general. ¿Lulú solo entrenadora? Mucho más: magisterio, maternidad, respeto y amor por sus dirigidas, conducidos a la vida como obliga su profesión. Pues bien: salto necesario hacia a la natación de varios de las justas iniciales de este tipo. Hacia allá vamos, robustecidos con esta opinión de Eusebio Leal: “Todo puede ser explicado, hasta las dolorosas discrepancias, las dolorosas confrontaciones…sin omisiones, sin silencios, sin sacar una página de la historia por sectarismo ni discriminación”. 

En los primeros, Ciudad de México 1926, brillaron especialmente por los cubanos Leonel, Bebito, Smith y Gonzalo Silverio. Bebito, campeón de los 400 y 1 500 categoría libre con 6: 06.3 y 26: 17.7 y el segundo el más rápido con 1:07.8 Ambos junto a Carlos González y Alberto Bou triunfaron en el relevo 4 x 100: Silverio fue tercero en los 1 500, González lo imitó en los 400 y Eloy de Castroverde terminó segundo en los 100 de dorso. 

En La Habana 1930 resultó tan admirable la labor de nuestros compatriotas que iluminaron la creatividad de Pablo de la Torriente Brau: Los tiburones cansados. A la orilla del mar dos tiburones están respirando fatigosamente y sudan por todo el cuerpo. …Una tintorera le pregunta: “¿Qué les pasa?... Parecen dos viejos asmáticos…” “No, es que tratamos de alcanzar a la Rosa y a Smith…Son dos guayacones con trusa…” 

Pablo la Rosa consiguió la dorada en los 100 libres con 1:01.4 seguido de Bebito Smith y Silverio. Bebito repitió su victoria en 400 y 1 500 con 5:28.6 y 22: 22.0 y los tres se juntaron a Cosme Carlo para vencer en el relevo: 4:26.2. Hubo sendas preseas de plata para Raúl del Valle, Jobino García y Bernardo Núñez en 1 500, 100 de espalda y 200 de pecho respectivamente, bronce para Enrique Baró en aquella prueba de dorso. En los III Juegos, arriban las nadadoras en la primera vez que esta ciudad albergó la justa: 1935. Y por motivo de espacio haré hincapié en la lid femenina.

Las nuestras refulgen encabezadas por Olga Luque y Margaret Chapman. La primera reina de los 100 de espalda (1:32.4) y 200 de pecho (3:58.1); la hija del gran lanzador conocido por Papa Montero entre otros sobrenombres, fue la segunda más veloz solo superada por su coterránea María Carlota Llanio, estrella de los 100 con 1:16.8. La Chapman conquistó los 400 libres (7:08.8) y finalizó segunda en los 200 de pecho, y tercera entre las más veloces. Ambas se unieron a Elcira Loret y Margot Blanco para triunfar en el relevo libre: 5: 37.0. Elcira y Margot, plata y bronce en los 400 libres. Margaret, ama del trampolín de 3 metros.

Información relacionada: Resumen deportivo semanal: entre rugidos beisboleros y títulos mundiales

En Panamá 1938, de nuevo la Luque y Chapman, Olga, monarca de los 100 estilo libre (1:15.9), los 200 de pecho (3:39.4) y otro gran premio en el 4 100 con María Carlota Llanio, Margaret y Ruth Gil: 5:14.1. Ruth domina los 400 libres (6:30.9) y es tercera en los 100. Edilia Gil gana los 100 de dorso (6:30.9). Margaret, la mejor clavadista con dos galardones máximos- agrega el de los 5 metros-, la segunda más rápida en la piscina y tercera en los 400. Melba García, plata en la especialidad de pecho y bronce en la de espalda. Rosa Antich, vice as de los 400 libres.

La inmensa mayoría de estas muchachas provenían de los clubes de la gente pudiente: lógico de la etapa. ¿Podría esperarse entonces que una nadadora guantanamera, de Baracoa, que aprendió a nadar en el río Miel, representara a la Mayor de las Antillas en este clásico…? Habría que esperar con tanto sudor y sangre derramados, para esa y muchas más conquistas importantes. Primero, la libertad. Pero eso no impide rendir tributo a aquellas iniciadoras. De no hacerlo seríamos dogmáticos, antehistóricos e injustos.

AMC

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente