Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos: salvaguarda del patrimonio cultural habanero

La escuela ofrece formación técnica y profesional. Foto: Habana Radio
 

Por: Leydis Luisa Mitjans  

El seis de abril de 1992, en un acto efectuado en el patio del Claustro Sur del Convento de San Francisco de Asís, quedó inaugurada la Escuela Taller de la Habana “Gaspar Melchor de Jovellanos”; justo una década después de la inclusión de la Habana Vieja y su Sistema de Fortificaciones en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Hasta esa fecha no hubo en el país ninguna escuela dedicada a la formación de un personal especializado en la rehabilitación del patrimonio.

El proyecto de establecimiento de la Escuela fue patrocinado por la Oficina del Historiador de La Habana y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), fungiendo como copatrocinadores por la parte española, el Instituto Nacional de Empleo de España (INEM) y la Comisión Nacional del V Centenario del Descubrimiento de América. Este convenio se mantuvo vigente hasta el año 2003, cuando la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana asumió, en su totalidad, el patrocinio del centro, dice a la COCO la subdirectora. Bárbara Rodríguez.
La escuela ofrece formación técnica y profesional en oficios de la construcción -y otros requeridos por la Oficina del Historiador- a jóvenes sin vínculos laborales o académicos. Lo cual sintoniza con la perspectiva de desarrollo social y comunitario que ha transversalizado la labor de restauración y de rehabilitación del centro histórico capitalino, de la mano de Leal. Precisamente, uno de los objetivos fundamentales de esa preparación es que las y los egresados no solo conozcan la riqueza del patrimonio cultural de La Habana, sino que se apropien, se identifiquen y adquieran las mejores herramientas posibles para su protección y salvaguarda.

En sus aulas se formaron obreros en albañilería, arqueología, cantería, carpintería, electricidad, forja, jardinería, pintura de obra, plomería, pintura mural, vidriería y yeso. De igual forma, convocatorias ocasionales han permitido graduar a zapateros, maquetistas, talabarteros y restauradores de instrumentos musicales.

Hasta la fecha la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos ha formado más de 1900 obreros calificados, entre ellos 492 mujeres. Hoy muchos integran grupos de trabajos vinculados de manera directa a la conservación y restauración de bienes muebles e inmuebles. Otros han optado por cursos universitarios, en carreras afines a sus especialidades como la Licenciatura en Restauración, que se imparte en el Instituto Superior de Arte, o en la Licenciatura en Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, institución adjunta a la Oficina del Historiador de La Habana. 

Educar para salvar

Lugares emblemáticos de La Habana han con intervenciones de alumnos de la Escuela Taller. Foto: Cubadebate
 
Albañilería, Arqueología, Cantería, Carpintería, Electricidad, Forja, Jardinería General, Pintura de obras, Pintura Mural, Plomería, Vidrio, Yeso y escayola, talabartería, conservación y restauración de espacios públicos, Soldador, Pintor de la construcción, Pintor restaurador, Zapateros, Maqueteros, Carpintero en blanco, Vidriero en carpintería, Carpintero ebanista, Yesero restaurador, Jardinería, Horticultura y Meteorología agrícola, entre otras, son algunas de las especialidades impartidas en la escuela.

Lugares emblemáticos como el Convento de San Francisco de Asís, el Palacio de los Capitanes Generales, la Iglesia de San Francisco de Paula, El Templete, el Convento de Belén y la Catedral de La Habana, han contado en diferentes momentos con intervenciones de alumnos de la Escuela Taller. “En el caso El Templete ―por citar otro ejemplo de tantos― la escuela participó en la restauración de la fachada, en la pintura de las verjas y en la confección y colocación de la réplica de la Virgen del Pilar”.
Como es característico en este tipo de escuelas, el aprendizaje a través de trabajos prácticos concretos permite recuperar bienes, a la vez que se entrenan los estuduantes. La realidad de una obra en reparación es mucho más rica que los conocimientos que van siendo impartidos, por lo que se hace necesaria la introsucción de temas que después serán tratados con profundidad a través de una Introducción de Obra (Rosete, 2017, p. 158)
De hecho, el pasado año, en el marco de un encuentro generacional entre estudiantes, egresados y miembros de la dirección de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Perla Rosales, directora general adjunta de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, destacó la restauración del Capitolio como un logro de la Escuela de Taller, y el mayor orgullo de Eusebio Leal. Allí afirmó que el conocimiento de los restauradores es respetado y solicitado en varios países. “El paso más importante ya lo tomaron, ya cursan en la Escuela de Taller de Leal, que tantos añoran, y nuestro trabajo siempre va a ser el de acompañarlos por el resto del camino”.

También a modo de reconocimiento al papel del centro en el rescate del patrimonio capitalino y cubano, en la celebración por sus 30 años de fundada, el Director de Ciencia y Educación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Dr. Enrique González Santamaría, ponderó que “a pesar de la Pandemia de la COVID-19, la escuela no se detuvo ni un instante, continúo reescribiendo los planes de estudios, formando a sus alumnos desde la semipresencialidad a través de Internet, y en especial, trazó nuevas alianzas con otras instituciones para los períodos de entrenamiento de los estudiantes en las especialidades que se forman”.

En este sentido, hoy está en curso un trabajo investigativo sobre el uso de las nuevas tecnologías de la información (modelo de audiovisual) en función de la enseñanza y el aprendizaje -paso a paso- de los oficios tradicionales vinculados a la restauración y preservación del patrimonio.

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En el patrimonio inmaterial de las naciones, ciudades y centros históricos se encuentran los oficios tradicionales propios y característicos de cada localidad. Las habilidades de estos oficios generalmente se transmiten de generación en generación, no obstante, la escuela ha sido pionera en aplicar, de manera exitosa, técnicas educativas para el rescate de oficios que el país corría el riesgo de perder. Precisamente de esta experiencia se nutre un plan en construcción para explotar las potencialidades educativas que también tienen las tecnologías de la información y las comunicaciones.
“Esta era una ambición de una generación, la mía, y la que me precedió. La de darle a otros la oportunidad que no tuvimos. Ese era el espíritu, recoger lo que podríamos llamar la piedra que los constructores no consideraron, que era la vocación para realizar este tipo de trabajo” (Leal Sengler, 2013).

El proceso desarrollado en el Centro Histórico es referente para el resto del país, y otro tanto ocurre con la Escuela Taller, lo que ha facilitado que el modelo se haya aplicado en ciudades como Camagüey (1996); Trinidad (1997); Santiago de Cuba ( 2002); Cienfuegos (2009) y Matanzas (2019).

La escuela respaldó la creación de dos Escuelas Taller Venezuela, en el marco del Convenio de Colaboración Cuba-Venezuela: Escuela de Restauradores Populares: Creada en el período 2006-2007 en la Ciudad de Puerto Cabello, con un total de 40 alumnos en las especialidades de Albañilería, Carpintería y Yeso, así como la Escuela de Oficios “La Maestranza”, creada en el período 2007-2008 en La Pastora (barrio periférico de Caracas) con un total de 18 alumnos en albañilería y carpintería.

Tres décadas después de su inauguración las huellas de la Escuela Taller de la Habana Gaspar Melchor de Jovellanos se encuentran en casi toda La Habana patrimonial. Su participación protagónica en innumerables acciones de gestión patrimonial la colocan en un lugar más que destacado entre las entidades dedicadas a la salvaguarda del patrimonio, no solo por lo que sus estudiantes, egresados y profesores hacen a pie de obra. Más allá de “enseñar oficios”, la escuela ha transformado a hombres y mujeres mostrándoles otra manera de mirar la ciudad, las construcciones, la historia. 
 
Ahí está la obra mayor.

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