Este 26 de julio el Coloso del Cerro volvió a ser un lugar para soñar. Foto: De la autora |
Por: Leydis Luisa Mitjans
Los "expertos" vaticinaron una "gran concurrencia". Hablaron -también- de un "clásico de la pelota cubana". Avispas y leones, rojos y azules, oriente y occidente, La Habana y Santiago de Cuba: el pasado tan presente y aquello de la historia cÃclica en el deporte y en la vida misma.
Llovió, quizás, como no ha llovido en mucho tiempo en la ciudad. Desde el estadio, la lluvia sin rayos ni truenos, y un viento que se sentÃa casi frÃo desde la altura de una grada. Era el preludio de una energÃa imposible de vaticinar; de algo muy parecida a la fe.
Y con el agua y el murmullo del viento, la gente con una prenda o con el alma azul, con la mirada hacia un terreno de pelota que escasamente "sufrió" los efectos de tanta agua. Los cientÃficos hablarán de la efectividad del drenaje, los creyentes, de la bendición de Yemayá.
Sea como fuere, este 26 de julio el Coloso del Cerro volvió a ser un lugar para soñar; para sentir eso que, en definitiva, se parece tanto a la felicidad.
— Lily (@MujerDeRadio) July 27, 2023