Ecos de San Salvador: sin atarse a la emoción, ni al frío análisis

Las cubanas del tenis de mesa con su entrenador, luego de la victoria frente a Puerto Rico. Foto: Roberto Morejón/Jit.

Por: Víctor Joaquín Ortega

El exceso de loas, del fuego de la emoción o de la frialdad del análisis, de la rigidez del estudio quema. La Cultura Física no es ámbito aparte de esta situación. Pero en realidad hay más cantos que profundización en los hechos entre nosotros. Estimo necesario ir más allá de lo poético, sin negarlo, al referirnos a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023.

¿Cómo no estar orgullosos y felices con las muchachas y los muchachos que nos representaron en la citada justa? Se dieron enteros, sobrecumplieron pese a quedar terceros, a pesar de la ausencia del campo socialista -sin su apoyo no hubiéramos llegado a donde llegamos- del incremento del bloqueo yanqui, del enlodamiento de la Cultura Física, cada vez peor de abajo al llamado alto rendimiento, en este planeta tan a la deriva.

La prensa cubana al tratar de reflejar e interpretar la labor de la delegación de la mayor de las Antillas en este clásico lo realizó con dignidad, Los enviados a El Salvador y la subsede dominicana, y quienes los complementaron desde acá. No cayeron en el patrioterismo, enfrentaron difíciles condiciones, porque la televisión no era la nuestra y mostró enormes deficiencias en contenido y forma. Siempre salieron ilesos. Tampoco se ataron a la supersensibilidad, a lo épico, válido sin exceder, y supieron analizar, profundizar, no ocultar defectos, constructivamente, lejos de destrozar.

Muy bien cuando Rodolfo García y Sergio Ortega al hablar del atletismo, sin quitarle el brillo -el real- a las conquistas, plantearon que algunos atletas debían tener a estas alturas un mayor desarrollo y que todavía nos faltaba. Cierto: de tener la guía del deporte rey la luz indispensable, los logros, el avance, serían mejores. Mas hace bastante tiempo que no ha sido la más adecuada, incluso la ha oscurecido una política de cuadros desacertada y demasiado enaltecida.

No se quedaron atrás los más nuevos: Antonio Sevila y Melisa Blanco mostraron calidad en desarrollo, conocimientos, visión, cultura… Prometen muchísimo más. Melisa sin dejar de enaltecer lo merecido de las clavadistas -y es tanto- llamó a tener cuidado siempre, pues se perdieron medallas y sitios superiores al bajar la guardia increíblemente en un salto. A partir de ahí me dirijo al revés frente a México en la fase clasificatoria de la pelota. La derrota ofreció oportunidad a la decisión injusta, antideportiva.

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Esa tendencia de descuidarse en el inicio y después levantar o de decaer en el momento decisivo todavía les ocurre con frecuencia y no solo a los practicantes de las mencionadas especialidades. Lo he notado en boxeadores, pesistas, corredores, lanzadores, basquetbolistas, voleibolistas, softbolistas, ajedrecistas…, del sector femenino y masculino, y no escapan declatonistas y heptatlonistas.

Hay que empezar bien, al tope, hasta contra los más deficientes, mantener ese ritmo, la alta calidad, que se posee, y finalizar con todos los hierros. No basta poseer una elevada técnica, un físico admirable, saber de la táctica y la estrategia apropiadas: sin una preparación mental a la misma altura es muy difícil alcanzar la victoria.

Hasta en los triunfos sucede. Luis Alberto Izquierdo, en su magnífica narración del partido final del balonmano para hombres, no ocultó la angustia ante el increíble bajón de nuestro seleccionado, que estuvo a punto de bajarnos al segundo puesto luego de tener gran ventaja. Hubo que sacar la casta, la heroicidad para dominar una especie de complacencia, de un dormir peligroso, de ya estimarse ganadores. Medallistas dorados en ambas categorías, aunque con tremendo sufrir en la lid final. Y estamos muy por encima de esos adversarios.

El justo decir de los colegas es la función de un verdadero comunicador: aún cuando se venza no deben ocultarse las fallas. Eso y aumentar la calidad del logro es mentir. Hay que comparar las marcas, el nivel existente en el planeta, a quién se doblega, la real oportunidad que se tiene en un certamen más elevado. Y la advertencia sobre esa especie de dormidera ha sido necesaria.

Nota: el tope inicial entre Cuba y Perú en el Torneo Norceca para menores de 23 años, escenificado en la Ciudad Deportiva, es un ejemplo del desatino mencionado. Hubo que acudir al levantón ante un conjunto inferior para derrotarlo tres por dos.

YER

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