Foto: Jit. |
Por Redacción Digital
Existen emociones incomparables. No importan los años dedicados a una actividad. Llega un momento en que los hechos te superan, como le sucedió al cubano Andy Pereira, campeón individual del tenis de mesa en los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe.
El veterano capitán de la selección de la Isla se despidió del Complejo Deportivo El Polvorín con lágrimas que no pudo o no quiso ocultar. Liberar tensiones es bueno y más cuando se cumplen los sueños, algo reservado para algunos en el deporte.
Verlo en la final individual enfrentando al puertorriqueño Brian Afanador fue un regalo para todos. Buscó punto a punto su juego, con la raqueta en su letal zurda, restando el servicio adversario e implacable con el remate, lo mismo cerca de la mesa que desde la distancia más larga.
Este oro no le era ajeno, pues fue suyo en Veracruz 2014, pero ahora tuvo otro sabor. Más por edad que por lógica, todo apunta a que hemos sido privilegiados testigos de su último reinado en estas lides.
“Empecé en Cartagena de Indias 2006 y luego he sido finalista individual tres veces consecutivas. Pienso que sí, que pueden ser los últimos. Es hora de darle paso a los jóvenes, aunque voy a estar siempre apoyándolos”, dijo a Jit este habanero de pura cepa con una tranquilidad sorprendente, como si no estuviese hablando de una decisión trascendental para su carrera deportiva.
Ahora, tras el último punto, Andy saltó sobre la mesa, gritó eufórico, se abrazó con sus compañeros de equipo… Nada faltó tras esa victoria 4-1 para la que, según narró, se preparó con la ayuda de todo el grupo.
“Nos reunimos, estudiamos videos, hablamos de las estrategias. La única manera de vencerlo era uniéndonos todos, porque sin exagerar, el hombre estaba muy difícil. Hace apenas unas semanas le ganó al número seis del mundo, creo que en cuanto a los resultados más recientes, él merecía esta victoria, pero me la llevé yo”, dice con respeto hacia su oponente y a la vez orgulloso de haberlo derrotado.
“Poca gente sabe esto, pero vine aquí prácticamente para acompañar a Moisés (Campos) que es mi compañero de luchas y batallas. Yo quería terminar ya, pero le dije voy a hacerlo por ti, no voy a dejarte solo…
Lamentablemente Moisés está un poco lastimado de la espalda y me tocó a mí tomar las riendas, sobre todo después de la muy buena preparación que hicimos en China”, asevera el único cubano que ha ganado un partido en Juegos Olímpicos.
Este martes la sala de juego estuvo colmada de cubanos y boricuas. La sangre caliente de los caribeños se sintió por todas partes y no faltaron las “puyas” lógicas de la rivalidad, aunque siempre desde el respeto y reconociendo los buenos momentos de cada protagonista.
“Sabía que el público iba a estar así porque dos puertorriqueños estaban en finales (Adriana Díaz ganó el oro entre mujeres un poco antes), pero eso es muy bueno y disfruto mucho sentir las voces de los míos”, reconoció.
Quienes tuvieron la oportunidad de seguir en vivo el encuentro pudieron constatar la admiración de los jugadores cubanos por el hombre que ha sido su guía en los últimos años. Incluso, se escucharon expresiones estremecedoras como la de “vamos leyenda que tú puedes”.
“Es que ellos me llaman así, leyenda, y eso es conmovedor. Logré escuchar a Adrián (Pérez), que es el pequeño del grupo, cuando me lo gritaba, y eso fue como una inyección de energía. Me hace sentir muy afortunado”, reconoce feliz por la huella que ha dejado entre los suyos.
“Eso es lo más grande, no puedo explicarte. Ver en el final de mi carrera que muchos se inspiren en mí, me llena de mucho orgullo. Cuando deje de jugar, siempre voy a estar para ellos, para Cuba y para el tenis de mesa, que es parte de mí. Nunca voy a dejar de estar”, recalcó emocionado como pocas veces en su vida.
Tomado de Jit
Verlo en la final individual enfrentando al puertorriqueño Brian Afanador fue un regalo para todos. Buscó punto a punto su juego, con la raqueta en su letal zurda, restando el servicio adversario e implacable con el remate, lo mismo cerca de la mesa que desde la distancia más larga.
Este oro no le era ajeno, pues fue suyo en Veracruz 2014, pero ahora tuvo otro sabor. Más por edad que por lógica, todo apunta a que hemos sido privilegiados testigos de su último reinado en estas lides.
“Empecé en Cartagena de Indias 2006 y luego he sido finalista individual tres veces consecutivas. Pienso que sí, que pueden ser los últimos. Es hora de darle paso a los jóvenes, aunque voy a estar siempre apoyándolos”, dijo a Jit este habanero de pura cepa con una tranquilidad sorprendente, como si no estuviese hablando de una decisión trascendental para su carrera deportiva.
Ahora, tras el último punto, Andy saltó sobre la mesa, gritó eufórico, se abrazó con sus compañeros de equipo… Nada faltó tras esa victoria 4-1 para la que, según narró, se preparó con la ayuda de todo el grupo.
“Nos reunimos, estudiamos videos, hablamos de las estrategias. La única manera de vencerlo era uniéndonos todos, porque sin exagerar, el hombre estaba muy difícil. Hace apenas unas semanas le ganó al número seis del mundo, creo que en cuanto a los resultados más recientes, él merecía esta victoria, pero me la llevé yo”, dice con respeto hacia su oponente y a la vez orgulloso de haberlo derrotado.
“Poca gente sabe esto, pero vine aquí prácticamente para acompañar a Moisés (Campos) que es mi compañero de luchas y batallas. Yo quería terminar ya, pero le dije voy a hacerlo por ti, no voy a dejarte solo…
Lamentablemente Moisés está un poco lastimado de la espalda y me tocó a mí tomar las riendas, sobre todo después de la muy buena preparación que hicimos en China”, asevera el único cubano que ha ganado un partido en Juegos Olímpicos.
Este martes la sala de juego estuvo colmada de cubanos y boricuas. La sangre caliente de los caribeños se sintió por todas partes y no faltaron las “puyas” lógicas de la rivalidad, aunque siempre desde el respeto y reconociendo los buenos momentos de cada protagonista.
“Sabía que el público iba a estar así porque dos puertorriqueños estaban en finales (Adriana Díaz ganó el oro entre mujeres un poco antes), pero eso es muy bueno y disfruto mucho sentir las voces de los míos”, reconoció.
Quienes tuvieron la oportunidad de seguir en vivo el encuentro pudieron constatar la admiración de los jugadores cubanos por el hombre que ha sido su guía en los últimos años. Incluso, se escucharon expresiones estremecedoras como la de “vamos leyenda que tú puedes”.
“Es que ellos me llaman así, leyenda, y eso es conmovedor. Logré escuchar a Adrián (Pérez), que es el pequeño del grupo, cuando me lo gritaba, y eso fue como una inyección de energía. Me hace sentir muy afortunado”, reconoce feliz por la huella que ha dejado entre los suyos.
“Eso es lo más grande, no puedo explicarte. Ver en el final de mi carrera que muchos se inspiren en mí, me llena de mucho orgullo. Cuando deje de jugar, siempre voy a estar para ellos, para Cuba y para el tenis de mesa, que es parte de mí. Nunca voy a dejar de estar”, recalcó emocionado como pocas veces en su vida.
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