Céspedes, el
hombre, acertó, erró, luchó. Foto: Tomada de Escambray
Por: Redacción Digital
“Todo en mi era fuego, era viveza, todo era inquietud y movimiento: me gustaba del monte la aspereza, y del mar el rugido turbulento; yo aspiraba a vencer por la victoria, era la lucha para mí la gloria”, escribió en una ocasión a su amigo José Fornaris.
Jinete y esgrimista de los mejores, abogado, periodista y hasta poeta, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, desde el ingenio Demajagua, proclamó la independencia, otorgó la libertad a sus esclavos y los llamó a combatir por la Patria libre, Todo, aquel memorable 10 de Octubre de 1868, jornada que describía un adolescente llamado José Martí, en el poema “¡10 de octubre!”,
No es un sueño, es verdad: grito de guerra
Lanza el cubano pueblo, enfurecido;
El pueblo que tres siglos ha sufrido
Cuanto de negro la opresión encierra.
En el Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes se puede leer una rima satírica que le dedicara alguno de sus muchos enemigos luego del alzamiento de La Demajagua:
Presidente estrafalario, / en quitando a Cuba un ente/ se verá que el presi-dente/ se convirtió en presi-diario. / Tus esperanzas fallidas/ hoy ven tu asunto fallado/ que siempre el mal abogado/ defiende causas perdidas
Aquellos años de la Guerra Grande estuvieron marcados, también, por la falta de entedimiento entre quienes daban su vida por una Cuba Libre. Céspedes, el hombre, acertó, erró, luchó. El premio a la hidalguía no fue la victoria, fue la inmortalidad.
#FidelEnUnaFrase
— FrankLamadrid🇨🇺 (@FrankLPortal) October 10, 2022
"el único tributo, el más honesto, el más sincero, el más profundo: un pueblo unido... una revolución victoriosa dispuesta a seguir indoblegablemente, firmemente e invenciblemente la marcha hacia adelante!”#10DeOctubre#Cuba ♥️🇨🇺#DeZurdaTeam#IzquierdaUnida pic.twitter.com/3D3R55W1oS