Lo más sensato es conservar los cuidados individuales que hasta ahora se han orientado. InfografÃa tomada de Granma |
Ninguna vacuna, ninguna, ofrece inmunidad absoluta contra la COVID-19. El esquema completo de vacunación, en su aplicación de todas las dosis estipuladas, evita, en gran medida, el desarrollo de estadios graves de la enfermedad y, con ello, la hospitalización y un posible desenlace mortal. No obstante, la realidad es que todos somos sensibles al contagio, máxime mientras circulen nuevas cepas del virus y gran parte de la población permanezca sin vacunarse.
Si insensato es asumir una posición “antivacunas”, igual de cuestionable es afirmar que, después de vacunado, ya no se corre ningún riesgo. De hecho, aunque no existe total consenso, en algunos paÃses, que han “relajado” las medidas para frenar la inoculación y que exhiben un alto por ciento de personas con el esquema de vacunación finalizado, la comunidad cientÃfica ha sugerido el uso de la mascarilla en lugares públicos e interiores.
Cuba vive la mayor crisis sanitaria desde que se reportaran los primeros casos de la pandemia en el archipiélago. Esa situación la ubica entre los primeros paÃses del orbe en cuanto a casos diarios confirmados, lo cual ha provocado el ingreso de una cifra mayor de pacientes en centros hospitalarios y un aumento sostenido del número de fallecidos.
De acuerdo con el parte emitido por el Ministerio de Salud Pública de Cuba, al cierre del dÃa 1 de agosto, a las 12 de la noche, de los 403 mil 622 pacientes diagnosticados con la enfermedad se mantienen ingresados 43 mil 955, de ellos 43 mil 570 con evolución clÃnica estable.
Precisa la información que se acumulan 2 mil 913 fallecidos (68 en esa jornada), letalidad de 0,72 por ciento frente al 2.13 por ciento en el mundo y 2,60 por ciento en Las Américas; dos evacuados, 54 retornados a sus paÃses. En esa fecha, hubo 8 mil 211 altas, se acumulan 356 mil 698 pacientes recuperados. Se atienden en las terapias intensivas 385 pacientes confirmados, de ellos 153 crÃticos y 232 graves.
Todo ello indica que lo más sensato es conservar los cuidados individuales que hasta ahora se han orientado: el uso adecuado de la mascarilla, el lavado periódico de las manos, la desinfección sistemática de superficies, el distanciamiento social, entre otras.
En una comparecencia televisiva, el primer ministro Manuel Marrero sostuvo que, para finales de agosto, cerca del 60 por ciento de la población adulta estará “totalmente vacunada”. De concretarse esa proyección serÃa, no sólo una excelente noticia, sino un paso más firme, en aras de controlar los contagios. Sin embargo, la conclusión es clara: la máxima protección contra la pandemia son las vacunas, pero ellas, exclusivamente, no son suficientes.
“Mientras más personas reciban estos fármacos, más alta será la cobertura de vacunación y mayor será la inmunidad efectiva, que pasará de individual a inmunidad poblacional o de rebaño. De igual forma, disminuirá la posibilidad de que se produzca la enfermedad cuando se logren altas cifras de vacunados en el paÃs. Hasta que ese momento no llegue, es necesario continuar utilizando el nasobuco y mantener las medidas higiénicas y de distanciamiento”.
La explicación anterior fue ofrecida por las doctoras Sonia Resik, investigadora principal de la intervención sanitaria con el candidato vacunal Abdala y jefa del Departamento de VirologÃa del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourà (IPK), y Belkis Galindo, epidemióloga del IPK y responsable de Vigilancia de Eventos Adversos por el Programa Nacional de Inmunización.