Rumbo a Tokio, historias que inspiran: Driulis era coraje en el tatami

Driulis González alcanzó un cetro (Atlanta 1996), un subtítulo y dos preseas de bronce en Juegos Olímpicos. Foto: Judoinside.com.
Por: Víctor Joaquín Ortega

El dolor era insoportable y peor aún la desgarradura espiritual. La judoca Driulis González temía no poder asistir a los Juegos Olímpicos. ¿Adiós a la cita de Atlanta 1996? Algunos lo pensaron, pero ella no permitió que ganara el pesimismo.

En el hospital Frank País había un mago, el doctor Rodrigo Álvarez Cambras, quien lideraba un magnífico equipo de traumatología del deporte.

González conoció bien la calidad de esos galenos. Después de los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, en dicho centro la volvieron a operar, en esa ocasión el doctor José Ramón López Cabrera de una distensión interna de la rodilla. Derrotada la lesión, siguió adelante.

Ahora la laceración era mayor: luxación cervical grave. Un colectivo dirigido por “el profe”, como le decían muchos de sus pacientes a Álvarez Cambras, analizó el asunto. No pocos opinaban que además de perderse los juegos, estaba obligada a retirarse.

Ni ella, ni Álvarez Cambras se dieron por vencidos. Tenía que ejercitarse, especialmente brazos y piernas para no perder fuerzas. Siguió al pie de la letra las indicaciones. El corazón puesto en las prácticas. Esperaba el momento de la verdad.

La ciudad estadounidense Atlanta estaba engalanada para albergar los XXVI Juegos Olímpicos, del 26 de julio al 4de agosto de 1996. González actuó en los 56 kilogramos.

Acababa de quitarse la minerva. La batalla decisiva fue contra la coreana del sur Sung Yong- Nung. La asiática cedió por yuko. González conquistó la medalla de oro olímpica. El galardón era también para el hospital Frank País y el doctor Álvarez Cambras.

González, campeona olímpica en Atlanta 1996. Foto: Judoinside.com.
Vayamos a los inicios. Con solo 15 años era la campeona nacional más joven en la historia del país. Entró en la selección de mayores. De adulta siempre comenta: “Con el paso del tiempo mi estatura llegó a 1.65 metros y bajo la conducción de Ronaldo Veitía (otro mago) y los consejos de las judocas más experimentadas, empecé a desarrollar una depurada técnica“.

Esta cubana es la segunda judoca más premiada en el planeta, únicamente superada por la japonesa Ryoko Tani (Tamura de soltera), ganadora de siete doradas mundiales y cinco preseas olímpicas: dos coronas: Sidney 2000 y Atenas 2004.

La antillana, nacida en Guantánamo, alcanzó un cetro, un subtítulo y dos lauros de bronce en la magna cita. Además sumó ocho podios en los certámenes del orbe, con cuatro títulos, dos subcampeonatos y dos de bronce.

González acumuló también cuatro preseas máximas en Juegos Panamericanos (dos en los 63 kilos) y siete veces reinó en las competencias anuales del continente, a lo que adicionó dos de oro y una plata en centrocaribes. Dominó cinco torneos de Grand Slam Clase A.

Asimismo, resultó elegida entre las 10 mejores deportistas latinoamericanas en 1995, 1996 y 1998, así como entre los 100 mejores deportistas cubanos del siglo XX. Igualmente fue exaltada al Salón de la Fama del Judo, el 22 de agosto de 2015. Cinco años antes se había retirado del deporte activo.

Licenciada de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo, en La Habana, ahora se prepara para la defensa de una Maestría y labora como entrenadora de adolescentes y jóvenes.

Jamás olvidará las escuelas que la formaron, los instructores que la forjaron dentro y fuera del tatami, así como el rol de la medicina cubana en sus victorias. “Sin ese apoyo no habría llegado”, ha dicho en múltiples ocasiones.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente