Por: Elena Iglesias CuestaFoto: Archivo Radio COCO.
Era casi imposible imaginar que cuatro jóvenes y una muchacha embarazada fueran capaces de oponer tenaz resistencia a más de 400 policías con armamento pesado.
Eran alrededor de las 02:00 (hora local) del 8 de noviembre de 1958. El jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en La Habana, Ángel (Machaco) Ameijeiras, estaba escondido en un pequeño apartamento del edificio de Goicuría y O'Farril, en la Víbora, demarcación habanera de Diez de Octubre.
Junto a él se encontraba Norma Porras Reyes, su pareja en la vida y en la lucha, y Pedro Gutiérrez y Rogelio Perea sus más cercanos colaboradores en la conducción de las milicias del M-26-7.
Se inicia, según algunos investigadores, el combate urbano de mayor envergadura ocurrido durante la guerra de liberación.
Cuentan con dos ametralladoras, cuatro pistolas, cuatro bombas de TNT y tres granadas. Sus perseguidores son varias decenas de policías armados hasta los dientes, que dirigen hacia ellos miles de proyectiles.
El desigual combate se prolonga por más de cuatro horas y al amanecer, cuando están agotadas las municiones y heridos, Machaco y Norma Porras son capturados. Esta última queda con vida, los demás son asesinados.
Luego, los cuerpos torturados y acribillados aparecieron tirados en el piso de la Casa de Socorro de la calle Corrales para aparentar que habían muerto durante la balacera.
El 8 de noviembre de 1958 fueron asesinados Ángel Amejeiras (Machaco), Pedro Rodríguez y Rogelio Perea (Rogito), tres jóvenes que enfrentaron las balas y la muerte con la dignidad de los grandes.
Sólo Norma lograría sobrevivir a la masacre, aunque sufrió las vejaciones de la cárcel, hasta el triunfo revolucionario de enero de 1959.
Pocas horas después de su muerte, el 9 de noviembre de 1958, desde la Sierra Maestra, la comandancia general del Ejército Rebelde emitió una disposición firmada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, donde se ascendía a Machaco al grado de comandante.
Fue el homenaje a su ejemplar conducta de revolucionario, a su incansable espíritu de lucha, su valor sin límites y el heroísmo con que se batió durante horas con las fuerzas mercenarias del tirano, sin importarle el número de enemigos, prefiriendo morir antes que deponer las armas.
La voz emocionada de Fidel Castro mencionó también el gesto valeroso de Machaco a través de la emisora guerrillera Radio Rebelde.
"Los valientes nunca mueren en el recuerdo de su pueblo. Los valientes que caen siguen peleando en todos los combates porque los llevan en su pensamiento nuestros gloriosos soldados".
La sangre de los mártires de Goicuría contribuyó a forjar el futuro que los jóvenes de hoy están llamados a salvaguardar, para que su sacrificio no haya sido en vano.