Historias olímpicas: a lo Cantinflas, ahí está el detalle (II Parte y Final)

Henry Carr casi no asiste a la cita olímpica de Tokyo 1964, pero una vez en tierras niponas se llevó el oro en los 200 metros planos. Foto: olympics.nbcsports.com.
Por Víctor Joaquín Ortega

El descuido hace de las suyas en cualquier etapa y cualquier sector. Vamos a regresar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932.

Los 400 planos, los locales William Carr y Benjamín Eastman al frente. Recta final. ¡Qué 100 metros! El primero vence y también le arrebata la marca del planeta a Ben, hasta entonces 46.4 segundos, y la fija en 46.2.

La lucha atlética de la luminaria no había sido feliz en sus inicios: se fracturó los tobillos cuando competía en salto alto. En su reaparición, brilló en la pista. Cuando prometía todavía más, al no fijarse al cruzar una calle, en 1933 un tranvía lo arrolla y lo deja inválido por el resto de su existencia.

A su compatriota de igual apellido, pero de nombre Harry, lo salva el espectacular astro de los 100 lisos, Bob Hayes. 

En un mal día, autosuficiencia y otras debilidades golpeadoras, dejan fuera de la lucha en los 100 a Henry Carr: no clasifica en las eliminatorias de su país con vista a Tokio 1964.

Robert Hayes le cede su puesto en los 200. El beneficiado por esa caballerosidad aprovecha la oportunidad de qué manera: victorioso con 20.3, adiós al récord del clásico.

Demasiada velocidad. Un accidente de tránsito evita la presencia en Roma 1960 del recordista mundial de los 400 yardas con vallas, el sudafricano Potgieter: 49.3; en la medida oficial, 49. El ganador en la magna justa italiana resulta Glenn Davis (USA) con 49.3.

Yo no había nacido pero me duele, me entristece, el fracaso de dos estrellas del campo y pista, la holandesa Fanny Blankers-Koen y el brasileño Ademar Ferreira da Silva, ante su superior opositor, la edad.

Ella es considerada la mejor atleta de todos los tiempos: reina de Londres 1948 al ganar los 100 (11.9), los 200 (24.4), los 80 con vallas (compartido con la inglesa Maureen Gardner con la despedida al récord del mundo: 11.2) y formar parte de las muchachas de oro del relevo corto (47.5).

De haber podido contender en salto de altura, de longitud y de pentatlón podría conquistar otros tres cetros; en esta última especialidad fue dueña de la plusmarca del orbe. En su hoja de servicios, otras 12 en varias pruebas, además de varias medallas del torneo de Europa, cinco doradas entre ellas, 51 de ese metal en los campeonatos de su país y  33 marcas nacionales.

William Carr, monarca de los 400 metros planos en Los Ángeles 1932. Foto: Internet.

El de América Latina había ascendido a lo más alto del podio en triple salto en dos ocasiones: en Helsinki 1952 y Melbourne 1956, en la primera despidió el tope universal: 16.22; en la restante llegó a 16.35.As panamericano en Buenos Aires 1951, Ciudad de México 1955 y Chicago 1959.

Fanny  actuó en Helsinki 1952: no pasó de la primera fase en los 100; en las eliminatorias de las vallas, tropezó con la segunda, cayó al suelo: era su adiós al olimpismo.

El brasileño Ademar se batió en Roma 1960. Pasó a la final y  quedó en el puesto 14 entre 15 finalistas con solo 15.07 metros. Eran astros, pero ni ellos escapan del implacable, el que pasó.

En todas estas historias algo sucedió para evitar que favoritos y grandes atletas lograran su propósito. Simples detalles, a lo Cantinflas.

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