Foto: Tomada de Cubadebate |
Por: Mirelys del Pilar
En pocas palabras, la historia del Comandante en Jefe Fidel Castro que llega a nuestros dÃas, es la del lÃder polÃtico que enfrentó una tiranÃa militar, llevó a un pueblo hasta el triunfo revolucionario y desarrolló un sistema social socialista, bajo el asedio constante de varios gobernantes estadounidenses, quienes sufrieron la imposibilidad de derrotarle por todas las vÃas posibles, aún con el imperio más poderoso del planeta.
Los inicios de su formación polÃtica no fueron hasta su entrada en la Universidad de la Habana, sitio que era un valuarte en manos del Gobierno corrupto, y al cual, dijo, llegó con espÃritu rebelde y algunas ideas elementales de la justicia y se hizo revolucionario, marxista leninista y allà adquirió los valores que sostuvo y por los cuáles luchó a lo largo de su vida.
De Martà recibió la inspiración, su ejemplo, pero, sobre todas las cosas, la ética que aprendió de una frase que le guió hasta el final: "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maÃz ".
El Che Guevara lo describió como un joven inteligente, seguro de sà y de una audacia extraordinaria, condiciones que, además de su valor y carisma, le ganaron la confianza de sus contemporáneos, también hambrientos de una sociedad sin crÃmenes ni discriminación.
Esa sociedad anhelada la obtendrÃan solo mediante la lucha armada por la victoria de un sueño postergado, y tendrÃa su camino en el programa del Moncada.
Su confianza en las nuevas generaciones, con quienes obtuvo estrecha relación, mantuvo intacto su espÃritu, hecho que se manifestó repetidamente en las importantes tareas que les confió.
Los hizo partÃcipes del presente y de las ideas que iluminan al mundo, aquellas que traen la paz y solucionan los graves peligros de la guerra o pueden finalizar la violencia.
Hoy Fidel es más que el lÃder histórico de la Revolución cubana, es el eterno joven rebelde, paradigma de los pinos nuevos que ven su Moncada en la oportunidad de servir al paÃs, ante la actual situación, y le dicen, con entera convicción de ser bien guiados: ¡Comandante en Jefe, ordene!