Teodoro Ramos -en el centro del grupo- posa frente a la pieza principal
del monumento a Mariana Grajales, titulado por él Heroísmo materno, cuando se expuso en la Casa de España, en Roma, en 1928. La imagen de la derecha muestra un fragmento de ese mismo conjunto escultórico. |
Un importante artista cubano, del que sin embargo no se habla mucho, es Teodoro Ramos Blanco, considerado, junto a Juan José Sicre, Ernesto Navarro y Florencio Gelabert, uno de los iniciadores de la vanguardia escultórica cubana.
Nacido el 19 de diciembre de 1902 en la barriada del Cerro, en La Habana, obtuvo su título de graduado en las especialidades de dibujo y modelado en la escuela de artes de San Alejandro, en la que estudió durante 11 años desde 1917.
Haber ganado el premio nacional en el concurso para el monumento a Mariana Grajales le propició recorrer España e Italia, países en los que completó su formación artística y luego viajó a México y los Estados Unidos.
Estatua de Mariana Grajales en el parque que leva su nombre. Foto: Radio Enciclopedia |
Según sus propias palabras, en esos viajes
captó la importancia de apropiarse de las esencias de diversos maestros
en lugar de adaptarse a trabajar según el estilo de alguno de ellos,
para de esa forma encontrar una forma propia de creación.
Desde muy joven fue un magnífico
retratista, pero se apartó deliberadamente del realismo mimético que
señoreaba el género, en aras de una interpretación más libre del modelo,
que tiende a captar los rasgos físicos esenciales y a profundizar,
sobre todo, en su expresión psicológica.
Ramos Blanco manejaba con soltura diversas técnicas y materiales, pero resaltaba en la talla directa, que se reconoce como el aporte técnico más importante de la primera vanguardia escultórica de Cuba.
A su maestría se suma el mérito de haber abordado el tema racial con una hondura sin precedentes en la escultura local. Precisamente es en el tratamiento de la negritud consiguió los mayores aciertos en su quehacer con la terracota y la madera. Son exponentes de estos éxitos sus obras Venus, Negra vieja, Negra triste y Lo eterno.
En numerosos sitios de La Habana se pueden encontrar obras de este autor; algunas de ellas, por ejemplo, adornan el exterior de Museo Nacional de Bellas Artes; también la estatua de Mariana Grajales erigida en el parque que lleva el nombre de esta heroína, ubicado en la calle 23 esquina a C, en El Vedado, y el monumento del mausoleo de Antonio Guiteras Holmes, en la necrópolis Cristóbal Colón.
Entre sus obras resalta también la cabeza de Enrique José Varona, realizada en bronce en 1933 y mármol en 1935, y la de Juan Gualberto Gómez, esculpida en piedra en 1934.
Vida interior |
Vida Interior, obra en mármol de 1934, es un verdadero clásico de la escultura cubana moderna y ubica al artista entre las figuras imprescindibles de la vanguardia plástica en el país.
En 1930 Ramos Blanco realizó su primera exposición personal en la Casa de España, de la ciudad de Roma; en ese mismo año exhibió en el Círculo de Bellas Artes, en La Habana, y posteriormente en otras instituciones, como Lyceum de La Habana en 1933 y 1934.
Entre los premios obtenidos deben destacarse, el primer lugar en el concurso nacional Monumento a Mariana Grajales, ya mencionado; la Medalla de Oro en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, y el primer premio en el concurso nacional para construir el mausoleo de Antonio Guiteras; además de premios en la segunda y tercera Exposiciones Nacionales de Pintura y Escultura y en la segunda Bienal Hispanoamericana de Arte, en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.
Monumento en el mausoleo de Antonio Guiteras |
En honor a este importante exponente de las artes plásticas cubanas, el museo municipal del Cerro lleva su nombre.