Jardinería vertical en Cuba: por una ciudad más verde

Alejandra Pino y Rai García se acercaron a la jardinería vertical
hace casi tres años, inspirados por el concepto de paisajismo urbano. Foto: Arbio.
Autor: Jesús E. Muñoz Machín
La empresa Arbio, creada por Alejandra Pino y Rai García, promueve en La Habana la idea de una ciudad más verde, al brindar servicios de diseño, ejecución y mantenimiento de ecosistemas verticales.



La iniciativa, que comenzó a ofrecer servicios a finales de 2016, privilegia el empleo de nutrientes orgánicos, rechaza el concepto de obsolescencia programada en el trabajo con organismos vivos e impulsa una técnica de jardinería que funciona como filtro de polvo y metales pesados.

“Queríamos hacer algo especializado y novedoso, con un mercado poco explorado en Cuba”, confesó Alejandra.

La joven explicó que “la jardinería vertical es una técnica eminentemente urbana, pensada para la ciudad, porque debe emplearse en espacios que al menos posean sistemas de riego y electricidad”.

Paulatinamente han pensado en ampliar el número de ofertas, pues en la actualidad Arbio trabaja solo en las paredes, porque es una técnica más sencilla y la resistencia social es mucho menor. No obstante, después pretenden incursionar en “los techos verdes o cubiertas ajardinadas”, afirma Pino.

Para estos dos jóvenes no existe el concepto de “mala hierba” y les interesa promover “la mínima reposición de plantas”.

Según comentan, el sistema de jardinería vertical es óptimo para eso, “porque en el concepto de ecosistema vertical no se percibe el jardín como algo estático en el tiempo”, acotó la diseñadora.

Rai, por su parte, apuntó que Arbio rechaza “especular con la no-vida, lo que se traduce en no aplicar el concepto de obsolescencia programada a organismos vivos como son las plantas”.
García también enumeró algunos de los beneficios ambientales de los jardines verticales.

En su opinión, La Habana debería contar con más jardinería vertical porque funciona como “filtro natural con capacidad de oxigenar la atmósfera, pues un metro cuadrado de jardín puede aportar al año el oxígeno que requiere una persona para vivir”.

Además, remarcó que pueden “filtrar un promedio de 300 gramos de polvo y metales pesados diarios, disminuir la temperatura interior de un local en 5 grados Celsius y la contaminación acústica hasta en 10 decibeles”.

De igual modo, sostuvo que esta técnica permite crear “espacios propicios para la divulgación y conservación de la flora autóctona. Un jardín vertical, puede ser, por ejemplo, un jardín botánico local, de barrio o comunitario”.

Los jardines verticales funcionan como aislantes térmicos. Foto: Arbio.

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