Foto: Granma |
Autor: Lázaro Pérez Barcelona
La I Conferencia Nacional del Sindicato del Comercio, la Gastronomía y los Servicios sesionará del 26 al 28 de mayo, en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Recientemente, la
delegación que representará a La Habana en la magna cita fue abanderada ante el
busto de José Martí, situado en el círculo social obrero Marcelo Salado, por
Pedro Víctor Simón Rodríguez, secretario general del gremio a nivel nacional, y
Silvia Ibis Mederos Rojas, máxima dirigente sindical en la capital cubana,
entre otros miembros del secretariado nacional y del territorio.
Componen la
delegación habanera 56 dirigentes sindicales, elegidos en asambleas de sus
colectivos laborales, de ellos 11 trabajadores no estatales, así como cuenta
con más de 11 invitados.
Entre esos
invitados figuran dos Héroes del Trabajo de la República de Cuba, uno de
ellos, Dagoberto Prado Fusté accedió a relatar un fragmento de su gran historia
laboral.
Usted comenzó su vida laboral en este
sector como almacenero de la tienda conocida como la Casa de los Tres Kilos,
hoy Yumurí, situada en el municipio de Centro Habana, ¿cómo empezó a tejer esa
trayectoria que le abriera las puertas para alcanzar tan alta condecoración,
que entrega el Consejo de Estado a propuesta de la CTC?
“Esta
condecoración la obtuve como machetero en las zafras azucareras. Fue ahí cuando
ofrecí mi disposición para partir hacia la provincia de Camagüey, donde permanecí
por ocho años. Después de ese lapso vine a hacer zafra en La Habana, donde
estuve hasta el 2005, momento que ya no hizo falta más macheteros. En total fueron
43 campañas haciendo zafras para el pueblo”.
Además de trabajar directamente en el
corte de caña ¿asumió otras responsabilidades?
“Sí, dirigí
una brigada grande, la Fernando Chenard Piña, que cortó más de 100 millones de
arrobas de caña. Además de dirigir, participé en el corte de caña, así que
acumulé más de dos millones de arrobas cortadas. También trabajé en la cosecha cafetalera en
el oriente del país y en la construcción cuando culminaron las zafras, o sea
que fueron muchos años de duro trabajo.
“A partir del 2005 hicieron un llamado para organizar brigadas de constructores, y a mí me tocó la responsabilidad de ser jefe de la brigada que realizó la reparación capital del policlínico Abel Santamaría, en Bauta, y al concluir esa obra nos llamó Pedro Ros Leal como secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba para ejecutar la reparación capital del teatro Lázaro Peña”.
“A partir del 2005 hicieron un llamado para organizar brigadas de constructores, y a mí me tocó la responsabilidad de ser jefe de la brigada que realizó la reparación capital del policlínico Abel Santamaría, en Bauta, y al concluir esa obra nos llamó Pedro Ros Leal como secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba para ejecutar la reparación capital del teatro Lázaro Peña”.
¿Siempre ha estado afiliado a este
sindicato del Comercio, la Gastronomía y los Servicios?
“Sí.
Pertenezco a este sindicato desde 1960. Comencé por la tienda Yumurí y luego
pasé para el antiguo Tent Cent de El
Vedado, hoy Variedades Vedado, primero como dependiente de almacén y luego como
jefe del almacén de víveres”.
Usted goza del privilegio de sumar algunos
años de vida, ¿se siente con fuerzas para seguir aportando su trabajo a la
sociedad si fuera necesario?
“Pues sí,
si fuera necesario mi disposición sería la misma que mostré en mis años mozos”.
Como Héroe del Trabajo ¿Qué mensaje enviaría
a los jóvenes trabajadores?
“Que sigan
el ejemplo de los veteranos, que entreguen su sudor sin vacilar para esta Revolución
que es tan grande, tan firme en sus ideas. Tenemos el privilegio de contar con
jefes como Fidel y Raúl Castro, que son universales. Les transmitiría que por
una sociedad así vale la pena realizar cualquier sacrificio”.
Muchas
anécdotas guarda en su memoria Dagobeto Prado, un hombre que nació en uno de
los barrios más pobres de La Habana, el conocido barrio de Las Yaguas, nombrado
así por la construcción de las casas a base de cartón y láminas de zinc
oxidadas, sin esperanzas por su doble condición de pobre y negro, y que gracias
a la Revolución Cubana hoy vive en una morada digna y ha visto cómo sus hijos y
nietos gozan de las mismas oportunidades que el resto de los cubanos, pero
todas ellas resumidas en la medalla dorada que exhibe con orgullo en su pecho.
Solo su presencia en la I Conferencia Nacional del sector significará un ejemplo de laboriosidad para las nuevas generaciones.
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