Celia Sánchez recopiló toda la documentación posible. Foto: Archivo de Granma |
Autor: Pedro Antonio García / Granma
Mucho antes del triunfo de la
Revolución su nombre había devenido leyenda en el país. Cuando aún no existía
el Ejército Rebelde, en plena tiranía batistiana, coloca en el busto del
Apóstol del parque de Pilón un letrero con una sentencia martiana: “Solo hacen falta
30 hombres para levantar un pueblo”. Tiempo después, en los días del desembarco
del Granma, se
disfraza de embarazada y ante la amable invitación a tomar café de unos
guardias que no la reconocen, con la mayor sangre fría se introduce en un
cuartel con el fin de obtener información valiosa para el Movimiento 26 de
Julio.
Celia Esther de los Desamparados
Sánchez Manduley, hija del médico Manuel Sánchez Silveira y la manzanillera Acacia
Manduley Alsina, nació en Media Luna, munidipio de la actual provincia de
Granma, el 9 de mayo de 1920. Creció en un hogar donde se veneraba a los
próceres de la patria; su padre los llevaba a ella y sus hermanos a sitios
históricos como San Lorenzo, Peralejo y Dos Ríos, los estimulaba a leer La Edad
de Oro y los Versos Sencillos; cada vez que visitaban La Habana, iba con ellos
a la Casa Natal de José Martí y les convocaba a palpar el pasamanos: “Por ahí
pasó su mano Martí”, les decía.
En 1940, cuando la familia se mudó
para Pilón, el doctor Sánchez Silveira, en sus recorridos por la Sierra,
llevaba a su prole a que conocieran de la miseria de esa otra Cuba y el por qué
a esa clientela no solía cobrarles la consulta. Celia quedó impactada de la
pobreza de los campesinos de la zona. Organizó verbenas, secundadas por gente
generosa, para ayudar a las familias pobres y comprarles juguetes a los niños.
Comprendió que la caridad no
bastaba, era necesaria una solución política y se afilió a la ortodoxia.
Después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, comprendió que entonces la
única opción era la lucha armada.
A mediados de 1955, según
testimonio escrito de la propia Celia, Manuel Echevarría, coordinador del
Movimiento 26 de Julio en Manzanillo, la captó para la organización, en la que
nunca tuvo cargos, aunque asumió tareas relevantes. Con su nombre de guerra,
Norma, devino figura legendaria en los días de los preparativos de la
expedición del Granma y del inicio de la lucha guerrillera en la Sierra
Maestra. Por su labor en los constantes envíos de hombres y pertrechos, Raúl Castro
la calificó entonces como “madrina oficial” del naciente Ejército Rebelde.
Por aquellos días resultó detectada
y detenida por el aparato represivo del régimen en una cafetería de
Campechuela, donde iba a contactar con otro combatiente. “Voy a comprar una
caja de chicles”, dijo a sus captores. Años después ella relataría: “Cuando me
levanté y fui a la vidrierita, prendí una carrera. Había una acera muy alta y
allí mismo me tiré y empecé a correr”. La sorpresa paralizó a los guardias. Al
reaccionar, trataron de atajarla y tiraron al aire, pero Celia seguía corriendo
como una gacela en peligro. Se internó en un solar lleno de maleza y marabú.
“Me quedé tranquilita, para que no se moviera la hierba”. Al rato, cuando ya
nadie la perseguía, siguió arrastrándose hasta la carretera. Con señas detuvo
un auto, que resultó ser de un conocido que la llevó a una casa segura en
Manzanillo.
Luego, pasó a ser integrante de la
Columna 1, comandada por Fidel Castro, y participó en combates, como en El
Uvero, M-1 en ristre. Coincido con su biógrafo principal, Pedro Álvarez Tabío,
cuando afirmaba: “tiene el mérito histórico de haber sido la primera mujer
combatiente del Ejército Rebelde y de haberlo hecho bien”.
Desde la lucha guerrillera, atesoró
toda la documentación del Ejército Rebelde y su Comandante en Jefe. Gracias a
ella tenemos lo que muchos hoy denominan el Archivo de la Revolución, y también
conservó diarios de guerra de combatientes caídos.
Su trabajo permanente junto a Fidel
la convirtió en su colaboradora más estrecha desde los días de la sierra. De
entonces hasta el instante de su muerte, el 11 de enero de 1980, devino testigo
y participante activa de los momentos más trascendentales de la Revolución, en
todas las actividades relevantes y las obras más significativas emprendidas
después del triunfo.
Al decir de su biógrafo, Álvarez
Tabío, la vida de Celia, desde los días del Granma y la Sierra, “está tan
imbricada con la historia misma de la Revolución Cubana y de Fidel, que resulta
imposible separar una de otra”.
Revisar
celia sanchez
ejercito rebelde
fidel castro
Granma
manzanillo
media luna
pedro antonio garcia
raul castro
sierra maestra