La polÃtica de pies secos - pies mojados debe ser eliminada |
Autor: Eduardo González GarcÃa
La Ley de Ajuste Cubano está
causando un desajuste de imprevisibles consecuencias entre Ecuador, Colombia y
los paÃses de Centroamérica.
El suceso
más reciente, el miércoles, fue la irrupción por la fuerza de más de mil
personas, en su mayorÃa cubanos, en territorio de Costa Rica, a través de la
frontera con Panamá, donde se encontraban varados en su intento por llegar a
los Estados Unidos.
Un
comunicado de la presidencia de Costa Rica califica el hecho como “una afrenta
al pueblo costarricense" y recuerda que el paÃs centroamericano albergó y
dio asistencia humanitaria en su territorio a casi ocho mil cubanos, durante
cuatro meses, cuando Nicaragua decidió cerrarles el paso por su frontera en
noviembre pasado.
El Gobierno costarricense
anunció, además, que enviarÃa una carta al presidente norteamericano, Barack Obama,
"para expresar el repudio a la vigencia de la normativa estadounidense que
alienta a los migrantes a continuar con un peligroso tránsito hacia ese paÃs
por nuestros territorios".
En la
reciente crisis, el Gobierno de los EE. UU. se negó a permitir que los cubanos
viajaran directamente desde Costa Rica, e insistió en aplicar la absurda
polÃtica de “pies secos – pies mojados”, que admite a los cubanos solo si
ingresan al territorio norteamericano por tierra, a través de las fronteras, o
cruzando el peligroso estrecho de La Florida en cualquier tipo de embarcación.
Ambas vÃas
presuponen graves riesgos y favorecen la violación de las leyes y el tráfico
ilegal de personas, con el criminal propósito de presentar como supuestos
exiliados a los cubanos que emigran por motivos económicos y de reunificación
familiar y siempre atraÃdos por promesas de éxito que distan mucho de la
realidad.
Alejandro
Solano, vicecanciller de Costa Rica, informó que México no servirá de nuevo
como puente aéreo para los viajeros ilegales cubanos, como lo hizo a inicios de
este año.
Después de
una reunión de vicecancilleres y otros representantes gubernamentales de nueve
paÃses, celebrada en San José, Solano dijo que las autoridades mexicanas “no
van a permitir una nueva operación de esta naturaleza, porque implica un
mensaje confuso para la migración segura y ordenada".
Rodolfo
Aguilera, ministro panameño de Seguridad, dijo que esos incidentes son
resultado de problemas entre Cuba y EE. UU. y algunas agencias de prensa han
criticado la ausencia de representantes nicaragüenses y cubanos en la reunión
de San José, pero no se dieron por enterados de que el gran ausente fue el Gobierno
norteamericano.
Cuba no
tenÃa nada que hacer allÃ.
Los
ciudadanos cubanos que se encuentran en esa situación no son migrantes, en
virtud de las leyes cubanas y de la práctica internacional, sino ciudadanos
que, en estricto respeto a sus derechos, viajaron legalmente, por motivos
personales, a donde quisieron.
Cuba no les
puede exigir a otros paÃses que les faciliten el tránsito por sus respectivos
territorios, pues ello es una potestad soberana de cada Estado, y las autoridades
cubanas han reiterado que esas personas tienen todo el derecho de regresar a su
patria, sin embargo, tampoco puede obligarlos a retornar.
El único
responsable de esa lamentable situación es el Gobierno de los EE. UU. que
alienta la emigración ilegal y desordenada de los cubanos.
La Ley
de Ajuste Cubano, única de este tipo en el
mundo, fue aprobada por el Congreso norteamericano en 1966 y ofrece a los cubanos
que llegan a su territorio, por vÃas ilegales, privilegios que no reciben
ciudadanos de ninguna otra nacionalidad ni paÃs.
Solo los
cubanos pueden ser acogidos en EE. UU. bajo palabra (parole), sin otro
requisito que el de ingresar ilegalmente. Pueden optar por la residencia, casi
de forma automática, al año y un dÃa de estancia y acceder a pagos de seguridad
social y otros beneficios públicos, durante sus primeros cinco años en los
Estados Unidos.
El propio senador
Marco Rubio, archienemigo de Cuba, pidió el miércoles un cambio en esa
polÃtica, con el fin de eliminar los mencionados beneficios para quienes
emigran por razones económicas.
Rubio dijo
que "en esencia, nuestra ley trata a todos los cubanos categóricamente
como si fueran refugiados, puedan probarlo o no", y argumentó que los EE. UU.
gastaron 680 millones de dólares en el 2014 en beneficios para inmigrantes
cubanos.
Reconoció que
"es difÃcil justificar el estatus de refugiados de algunos, cuando luego
de llegar a Estados Unidos, viajan al lugar del que dicen que huyeron unas 10,
15, 20, 30 veces al año".
Esa polÃtica
discriminatoria siempre ha creado fricciones entre los EE. UU. y las demás
naciones del continente, pero los roces se han incrementado mucho a partir del
crecimiento de la emigración ilegal cubana, motivados por el temor de que el
proceso hacia una futura normalización de las relaciones bilaterales determine
que sea derogada la mencionada ley.
Precisamente
esa es la solución: derogar la Ley
de Ajuste Cubano, lo cual compete al Congreso y no es fácil que suceda de
inmediato.
Pero el
presidente de los EE. UU. tiene suficientes prerrogativas para modificar su
aplicación, ya que el otorgamiento de la residencia es una opción de las
autoridades migratorias, que pueden denegarlo, y el mandatario también puede
abolir la práctica de “pies secos – pies mojados”, la cual no está codificada
en ley.
Mientras, si
bien los gobiernos de los paÃses que están en el camino de la emigración ilegal
tratan de hallar una solución humanitaria para los cubanos, no pueden dejar de
reconocer la exclusiva responsabilidad estadounidense en el problema y la
humillante discriminación que padecen los ciudadanos del resto del mundo.
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