Diseño: Gilberto González GarcÃa |
Autor: Eduardo González GarcÃa
A los disidentes
internos, igual que a los grupos anticubanos en Miami, no les hace ninguna
gracia el proceso hacia la normalización de las relaciones entre los Estados
Unidos y Cuba, pues significa la probable extinción de su fuente de
financiamiento y de presencia mediática.
De ahà que estén
planteando exigencias al presidente norteamericano, Barack Obama, que saben él
no podrá satisfacer en su viaje a Cuba, so pena de fracasar en su propósito de
hacer historia con su cambio de táctica en las relaciones con este paÃs.
El juego es presionar
al presidente para ponerlo en el dilema de complacerlos, aunque sea en parte, y
crear fricciones innecesarias en la visita o ignorarlos y ofrecer mejor blanco
a la descalificación con el costo que esta puede tener para los demócratas en
el proceso electoral.
Pero no les basta con
eso a los apátridas de ambos lados del estrecho de La Florida, capaces de
apelar a cualquier medio para ensombrecer la visita del mandatario a Cuba.
Por eso, no sorprende
la denuncia de Raúl Capote, exagente de la Seguridad del Estado cubana que
estuvo infiltrado en la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (Cia),
quien informó que: “grupos de oposición financiados por EE.UU. buscan sabotear
la estadÃa del presidente en La Habana”.
Precisa Capote, en su
blog El
adversario cubano, que estos grupos
están preparando sabotajes para la llegada de Obama a Cuba, y en tal sentido,
la desprestigiada cabecilla de la organización Damas de Blanco, Berta Soler:
"ha ido a EE.UU. para reunirse con grupos de terroristas para planificar
acciones en contra de la visita del mandatario".
El próximo domingo,
cuando llegue Obama al Aeropuerto Internacional José MartÃ, de capital cubana,
podrá comprobar lo que ya le han dicho, seguramente, sus asesores: los cubanos
no odiamos a los norteamericanos y mucho menos a su único presidente que nos
reconoce como interlocutores y nos trata civilizadamente.
Lo recibiremos con
cordialidad y respeto, pese a que aun trata de cambiar nuestro sistema
económico y social, y de que nos sigue acusando de violar derechos humanos.
Nadie le tirará
huevos, ni le gritará insultos, ni quemará banderas a su paso por las calles de
La Habana, como suele sucederles a todos los presidentes norteamericanos en
casi cualquier paÃs que visitan.
No creo que deba
esperar, tampoco, una excesiva demostración de entusiasmo, porque muchos sabemos
que no es el gran amigo de los cubanos y que su visita responde a intereses
polÃticos y personales.
Y estoy seguro de que
nuestras autoridades y nuestro pueblo, dueños de una cultura polÃtica y una
ética probadas, impedirán cualquier sabotaje o provocación con la cual algunos
pretendan ensombrecer la visita y entorpecer la marcha del proceso hacia la
futura normalización de las relaciones entre vecinos tan cercanos.
Si ocurre algún
incidente recibirá la merecida respuesta popular y enseguida comenzará a vociferar
cierta prensa sobre “represión” ejercida por supuestos “agentes secretos” y la
inexistente “policÃa polÃtica”; pero no importa, pues llevamos más de medio
siglo bajo ese permanente ataque y, sin embargo aquà estamos, más acompañados que
nunca por el resto del mundo, porque la verdad siempre logra abrirse paso.
Revisar
barack obama
berta soler
cuba
damas de blanco
disidentes
eduardo gonzález
estados unidos
la habana
mercenarios
normalización
obama
raúl capote
relaciones