Autor: Eduardo González GarcÃa
La alocución del presidente de los Estados Unidos, Barack
Obama, dirigida a la sociedad civil cubana, en sentido general, fue positiva
para impulsar el acercamiento entre ambos paÃses.
Obama pronunció su discurso ante el presidente Raúl
Castro y una amplia representación del pueblo cubano, en el emblemático Gran
Teatro Alicia Alonso, de La Habana.
Dijo que vino a Cuba a dejar atrás los últimos
vestigios de la Guerra FrÃa: “Es hora ya de olvidarnos del pasado. ¡Dejemos el
pasado! ¡Miremos el futuro! ¡Mirémoslo juntos! Un futuro de esperanza.
“Y no va a ser fácil —advirtió el presidente: va a
haber retrocesos, vamos a tardar tiempo, pero mi estadÃa aquà me da más
esperanzas de lo que podemos hacer juntos, como amigos, como familias, como
vecinos, juntos…”, y enfatizó, en español: “¡Sà se puede!”
El mandatario señaló las coincidencias históricas y las
tradiciones culturales, religiosas, patrióticas y otras que unen a ambos
pueblos, y reconoció las profundas diferencias que existen en cuanto a
concepciones polÃticas y económicas.
No mencionó otros grandes contrastes, por ejemplo,
entre la gran potencia económica y militar con alto grado de desarrollo, en su
mayor parte logrado mediante la imposición por las armas de la explotación de
otras muchas naciones, y el pequeño paÃs que, recién liberado del despojo
neoliberal, fue sometido, y aun lo está, a más de medio siglo de la más brutal
guerra económica, una abrumadora campaña de descrédito y todo tipo de
agresiones y sabotajes.
Sin embargo, recordó que se ha logrado restablecer las
relaciones diplomáticas e iniciativas para comenzar a trabajar en salud,
agricultura, educación, fuerzas del orden, establecer acuerdos para restaurar
vuelos directos, servicios de correos, mayores relaciones comerciales y mayor
capacidad para que los estadounidenses vengan a Cuba.
Son avances innegables, pero aun muy poco
significativos para siquiera comenzar a borrar las diferencias.
Reiteró que la razón del cambio de polÃtica hacia este
paÃs es que lo que estaban haciendo los Estados Unidos no funcionaba:
“Tenemos que tener la valentÃa de reconocer la verdad
—sentenció– una polÃtica de aislamiento diseñada para la Guerra FrÃa no tiene
sentido en el siglo XXI. El embargo herÃa a los cubanos, en vez de ayudarlos, y
siempre pensé en lo que dijo Martin Luther King: la premura feroz de la hora:
no tenemos que tener miedo a los cambios, tenemos que acogerlos”.
Obama recordó que insiste en reclamar al Congreso que
levante el bloqueo, pero todos sabemos que sus facultades le permitirÃan ir
mucho más lejos, asumiendo “la premura feroz de la hora”.
Aseguró que los EE. UU. no impondrán cambios a Cuba,
aunque remarcó las que considera ventajas del sistema sociopolÃtico de su paÃs
y, como siempre, reiteró los propósitos de su polÃtica, expuestos con
sinceridad desde el principio, y que son fomentar una economÃa privada la cual,
supuestamente, impondrÃa el cambio de régimen que no ha logrado la hostilidad.
Ese es el significado de sus palabras, cuando expresó:
“Pero eso hace que yo mencione otra razón para estos cambios —y de nuevo en
español– ¡Creo en el pueblo cubano!”
Por cierto, al resumir las diferencias, introdujo
engañosas grandes simplificaciones: “Cuba —dijo— tiene un sistema de partido
único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo
económico socialista; Estados Unidos uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado
el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los
derechos de la persona individual”.
El Partido Comunista de Cuba no puede ser comparado
con ningún partido electoral, mucho menos con alguno de los EE. UU., pues por
sus fines, estructura, membresÃa y mil rasgos más, es algo muy distinto.
Además, en la práctica, el sistema electoral de los EE. UU. no es
multipartidista, en todo caso, bipartidista, y el ideario polÃtico de sus
partidos es tan semejante, que el único motivo de que sean dos es la pugna por
obtener cargos públicos.
Que Cuba sea socialista, tampoco la hace incompatible
con el mercado abierto. La verdadera diferencia está en el tipo de propiedad
sobre los medios fundamentales de producción y en el ideal de justicia social
que, a propósito, no distingue al capitalismo vigente en los EE. UU.
Tampoco es cierto que Cuba enfatice en los derechos
del Estado, sino todo lo contrario, y los EE. UU. quizás “fueron fundados en
los derechos de la persona individual”, pero hoy serÃa más justo decir que
reina allà el individualismo.
Dice Obama que nuestros gobiernos están en desacuerdo
sobre muchos asuntos, y ejemplifica: “Creo que cada persona debe ser igual ante
la ley. Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la
atención a la salud y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas. Creo que
los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo de
organizarse y criticar a su gobierno, y de protestar pacÃficamente(1); y que el estado de derecho no debe
incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. Creo
que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y en
público(2). Y, sÃ, creo que los electores deben poder elegir a sus
gobiernos en elecciones libres y democráticas(3). (…) Pero yo creo
que los derechos humanos son universales. Creo que son los derechos del pueblo
estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo”.
Y nosotros podemos decirle: ¿No son esos, en esencia,
los principios que Cuba defiende y practica? ¿No son esas carencias para la
mayorÃa de los norteamericanos?
Hemos mencionado solo algunas incongruencias en el
discurso de Obama que, sin embargo, no deben extrañarnos, pues él está obligado
a defender un sistema con muy pocos argumentos válidos para hacerlo.
Incongruencias que no ensombrecen el significado
positivo de su visita, tanto para él (pues consagra el mayor legado de su
gestión), como para Cuba y, en cierta medida, para la región y hasta para el
mundo (por el mensaje de paz que implica).
Y también dijo muchas verdades, como que vamos a
seguir teniendo diferencias, pero estamos en una nueva era.
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(1) Constitución de la República de Cuba. ArtÃculo
63. Todo ciudadano tiene derecho a dirigir quejas y peticiones a las
autoridades y a recibir la atención o respuestas pertinentes y en plazo
adecuado, conforme a la ley. (N.E.)
(2) Constitución de la República de Cuba. ArtÃculo
8. El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. En la
República de Cuba, las instituciones religiosas están separadas del Estado. Las
distintas creencias y religiones gozan de igual consideración. (N.E.)
(3) Constitución de la
República de Cuba. ArtÃculo 131. Todos los ciudadanos, con capacidad
legal para ello, tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien
directamente o por intermedio de sus representantes elegidos para integrar los
órganos del Poder Popular, y a participar, con este propósito, en la forma
prevista en la ley, en elecciones periódicas y referendos populares, que serán
de voto libre, igual y secreto. Cada elector tiene derecho a un solo
voto.
Constitución de la República de Cuba. ArtÃculo 132. Tienen
derecho al voto todos los cubanos, hombres y mujeres, mayores de dieciséis años
de edad, excepto:
1. los incapacitados mentales, previa declaración
judicial de su incapacidad;
2. los inhabilitados judicialmente por causa de
delito.
Constitución de la República de Cuba. ArtÃculo 133.
Tienen derecho a ser elegidos los ciudadanos cubanos, hombres o mujeres, que se
hallen en el pleno goce de sus derechos polÃticos. (N.E)
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