El reto impostergable del voleibol cubano. Foto: Internet |
Autor: Jhonah DÃaz González
La historia del voleibol cubano está repleta de agradables sensaciones, que valen la pena repasarlas de manera cotidiana. Desde la medalla de bronce del equipo masculino en la cita bajo la sombra de los cinco aros de Montreal, en el lejano 1976, pasando por el primer tÃtulo ecuménico de las damas dos años después, hasta las coronas en ambos sexos en las Copas del Mundo de 1989 fueron algunos de los muy notorios desenlaces iniciales.
Tampoco se deben
olvidar, claro está, los tres tÃtulos olÃmpicos consecutivos de las dirigidas
por el maestro de maestros Eugenio George y los disÃmiles excelentes resultados
en ligas planetarias, en el caso de los hombres, son otras proezas que repetidamente,
casi sin esfuerzos, nos llegan a la memoria en busca de encontrar soluciones
inmediatas para una disciplina que ha sido una máquina de crear exponentes de
rango, sin embargo, las condiciones actuales han hecho que muchos de los
especialistas den su espalda y tomen un avión rumbo a diversas geografÃas.
No obstante, se
trabaja en pos de insertarnos nuevamente en la élite del orbe, aunque, sobre
todo para las chicas, la realidad imperante hace que el objetivo parezca una quimera.
Y el futuro esté en los remates de una adolescente que apenas acaba de cumplir
sus 15 primaveras, Melisa Vargas, quien desborda talento por los poros, el
destino le depara un trayectoria sobrada de magnÃficas presentaciones, pero que
llega más por necesidad que por otros elementos.
Precisamente, una que
bien joven se asentó sin ambages dentro de la selección mayor e hizo de las
suyas en varios rincones del planeta es Mireya Luis. Atleta conocida, respetada
y admirada es una de los dos delegados cubanos que están en la ciudad de
Sardiñas, Italia, en el XXXIV Congreso de la Federación Internacional de Voleibol
(FIVB, por sus siglas en inglés).
La ex estelar morena
llega al cónclave como miembro del Consejo de la Federación de Norte,
Centroamérica y el Caribe, mientras el otro representante es Ariel SaÃnz, titular
de la organización nacional del deporte de la malla alta.
Este constituye un concilio
no eleccionario y tiene como principal agenda las nuevas proyecciones de la
entidad rectora para el ciclo 2014-2018.
Antes de su salida,
SaÃnz declaró al periodista Julio Gómez Lluciá que es un evento lleno de
expectativas sobre todo para Cuba, pues tendrá un escenario para plantear un
grupo de procesos importantes y algunos otros elementos en correspondencia a la
realidad del verde caimán. Entre ellos mencionó la inserción reiterada de los
conjuntos nacionales en los torneos anuales, y “otros temas de interés”.
Por supuesto, esta
última frase despertó varias incógnitas. Desde la caÃda escandalosa de la
disciplina en la arena internacional, incluso la pérdida de caché en el área
geográfica, donde otrora fuimos los reyes absolutos, y a pesar de poseer decenas
de exponentes en las principales competiciones de clubes, son muchos los que se
preguntan si se podrá insertar a aquellos jugadores que no abandonaron la Isla
de manera ilegal.
La respuesta de SaÃnz
fue tajante: “De momento son temas muy internos que los estamos tratando en
Cuba, y no se van a llevar al congreso”. Además, remarcó que solo están enfrascados en
la atención a aquellos que hoy nos representan.
Tampoco puede ser
noticia la presencia de los voleibolistas cubanos en ligas extranjeras tras las
nuevas polÃticas en el sector deportivo, y que solo se han visto implementadas
en el béisbol con algunos exponentes en la Liga Profesional de México, primero,
y luego en Japón.
Asà que se desploma
nuevamente la idea de insertar a cubanos radicados en otros paÃses dentro del
concentrado nacional, por un lado, y la contratación en otros lares, en busca
de ese desarrollo y fogueo competitivo que en la Isla es casi improbable que
puedan encontrar.
Igual, no podemos
obviar la clasificación en este año a siete citas universales en diversas
categorÃas, los buenos dividendos alcanzados en las Copas Panamericanas, y el
hecho de haber triunfado en el tercer nivel de la Liga Mundial para hombres. Muy
a pesar de las rápidas descalificaciones en los torneos del orbe.
Resta mucho por hacer,
y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México, del 14 al 30 de
noviembre venidero, serán una escala más en un viaje azaroso en busca de rozar
esa tradición plagada de sensaciones inolvidables. Esas que se añoran tanto,
incluso más que las ausentes medallas.
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