Joven es quien lo quiera ser


(Foto: adultomayorcivica.blogspot.com)
Autora: Teresa Valenzuela


Es muy cierto el criterio de que todo no puede verse en blanco o negro, es decir, las cuestiones a veces son de una forma, y otras varían de acuerdo con las circunstancias en que ocurren, y es así como hay que analizarlas.


Lo anterior puede aplicarse a los adultos mayores quienes cumplieron seis o más décadas de edad, y por lo tanto, están en el 18, 3 por ciento de la población cubana de la tercera edad sin que le quede dudas a alguien.


No obstante, esa palpable realidad se establecen diferencias que los hacen a unos conservar la alegría por la vida, el entusiasmo e interés por  establecer nuevas amistades, ser propensos a las actividades colectivas, mientras que otros se refugian en la soledad y permanecen casi siempre en sus casas.


El primer grupo se manifiesta a favor de los cambios que pone de protagonista  al riesgo que trae consigo lo novedoso.  Mientras los otros se aferran a lo tradicional, lo estático y niegan el propósito y los sueños de lograr nuevas metas.


No olvidemos que la juventud constituye una de las etapas más hermosas de la vida; uno siente que es fuerte y dueño del mundo y del amor, capaz de realizar las proezas y sueños más ambiciosos; todo, sin excepción se puede lograr, por lo que no existe la palabra imposible.


Una amiga en tono jocoso decía que en la medida que se envejecía uno cambiaba externamente el físico, sin embargo, internamente en muchos casos, continuaba con iguales deseos, y se apreciaba lo bello igual que cuando se era joven.


Ante tal afirmación se pudiera creer que joven es quien lo quiera ser. La juventud es un estado de ánimo que cada cual es dueño de mantener o no. ¿Si es así, por qué no festejar la llegada de los años sin temores ni prejuicios, sólo con el deseo de que sean cada día mejores? La elección está en sus manos.


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