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| Foto: Granma |
Por: Liliam López Cruz
Las drogas no son un camino, son un abismo. Cada consumo abre puertas al deterioro fÃsico, emocional y social, afectando no solo a quien las usa, sino también a su familia y comunidad.
Frente a este flagelo, la respuesta no puede ser indiferencia: se necesita conciencia, prevención y solidaridad.
Los niños, adolescentes y jóvenes, fuerza creadora de la nación, merece crecer en ambientes sanos, libres de adicciones y cargados de oportunidades.
Por eso, la escuela, la familia y la comunidad, tienen la tarea de educar, alertar y acompañar. Decir no a las drogas es decir sà a la vida, sà al futuro, sà a la esperanza.
La sociedad cubana, con su tradición de unidad y valores, está llamada a reforzar cada dÃa la cultura del rechazo a las drogas, promoviendo alternativas de recreación, deporte y participación comunitaria. La batalla contra las drogas es tarea de todos, y la victoria depende de nuestra firmeza y compromiso colectivo.
