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Por: María Karla Fernández Mustelier
La calle Carlos Tercero, una de las arterias vitales del Centro Habana, comienza a vestir un nuevo rostro. Un esfuerzo silencioso pero constante, impulsado por la comunidad y los responsables de sus portales, está pintando de esperanza y color las fachadas de esta emblemática avenida.
Quien camine hoy por sus aceras puede ser testigo de los primeros resultados: andamios que dan paso a colores renovados, corredores que recuperan su esplendor y un palpable sentimiento de cambio que se respira en el ambiente. No es un milagro, es el fruto de un esfuerzo mancomunado, de esa voluntad colectiva que decide ser protagonista de su propia historia.
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Este proyecto, que va más allá de lo estético, es un ejemplo cívico de cómo la unión hace la fuerza. Los vecinos y comerciantes, conscientes del valor de su entorno, han sumado voluntades para transformar la realidad centrohabanera. Cada portal restaurado, cada balcón reparado, no es solo una mejora estructural; es un compromiso con la identidad de un barrio que late con fuerza.
"Juntos transformando la realidad centrohabanera" ha dejado de ser una simple frase para convertirse en un lema que se materializa ante los ojos de todos. Este renacer arquitectónico es la prueba más tangible de que cuando una comunidad se une con un objetivo común, los resultados son inmediatos y esperanzadores.
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El proceso de transformación continúa, La Habana se reinventa desde sus cimientos, con el sudor y el orgullo de su gente.