Foto tomada del perfil en X de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del PCC y Presidente de la República de Cuba |
Por: Lien Martí Rodríguez
Cada 20 de octubre, Cuba celebra con orgullo el Día de la Cultura Cubana, una fecha que evoca la primera entonación del Himno Nacional en 1868, símbolo de lucha, identidad y emancipación.
Esta jornada no solo honra nuestras raíces históricas, sino que también reconoce el entramado de expresiones artísticas, tradiciones populares y medios de comunicación que han moldeado el alma de la nación. Entre ellos, la radio ocupa un lugar privilegiado como vehículo de cultura, memoria y resistencia.
Desde sus primeras emisiones en la década de 1920, la radio cubana ha sido mucho más que entretenimiento. Ha sido escuela, escenario, archivo y tribuna. En tiempos de alfabetización, la radio enseñó a leer; en tiempos de Revolución, ha transmitido ideales; en tiempos de pandemia, mantuvo viva la esperanza. Su alcance, incluso en los rincones más apartados del país, ha permitido que la cultura cubana se democratice, se preserve y se reinvente.
Programas como Alegrías de sobremesa, Nocturno o Sabor Cubano han sido pilares en la difusión de la música cubana, desde el son hasta la nueva trova. Las radionovelas, con sus personajes entrañables, han tejido imaginarios colectivos que aún viven en la memoria popular. Y los espacios informativos y educativos han contribuido a formar generaciones con conciencia crítica y amor por lo nuestro.
La radio ha sido también refugio de la oralidad, esa forma tan nuestra de contar historias, de debatir, de improvisar. Ha dado voz a poetas, campesinos, científicos, cocineros, repentistas y niños. Ha sido testigo de la evolución del lenguaje, de los acentos regionales, de los silencios que también comunican. En sus ondas resuena la diversidad que nos define como pueblo.
En este Día de la Cultura Cubana, celebremos no solo los grandes nombres del arte y la historia, sino también a quienes, desde una cabina de radio, han hecho de cada emisión un acto de amor por Cuba. Porque mientras haya una frecuencia que transmita décimas, boleros, cuentos y saberes, la cultura cubana seguirá latiendo fuerte, libre y viva.