DiseƱo: Alejandro Castro Acosta/Radio COCO |
Por: Lien MartĆ RodrĆguez
Cada año, el 10 de octubre se alza en el calendario cubano como una fecha de profunda resonancia patriótica. No es solo una efeméride: es el eco de un grito que rompió cadenas y sembró esperanza. En 1868, en el ingenio La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes dio el primer paso hacia la independencia al liberar a sus esclavos y convocarlos a luchar por una Cuba libre. Aquel acto, audaz y visionario, marcó el inicio de las guerras por la independencia de una conciencia nacional que aún palpita en el corazón de cada cubano.
El gesto de CĆ©spedes no fue solo polĆtico, fue profundamente humano. Al liberar a sus esclavos, reconoció que la libertad no podĆa ser parcial ni selectiva. Su llamado a las armas fue tambiĆ©n un llamado a la dignidad. Desde ese instante, Cuba dejó de ser solo una colonia espaƱola para convertirse en un pueblo que soƱaba con su soberanĆa.
El 10 de octubre es una llama que ha iluminado cada etapa de nuestra historia desde las guerras de independencia. Es el sĆmbolo de que la libertad se conquista con coraje, que la identidad se forja en la lucha, y que el amor por la patria no se negocia.
Para los cubanos de hoy, esta fecha es mĆ”s que una conmemoración. Es una oportunidad para mirar atrĆ”s con orgullo y hacia adelante con compromiso. Nos recuerda que la independencia no es solo polĆtica, sino tambiĆ©n cultural, económica y espiritual. Nos invita a seguir construyendo una Cuba mĆ”s justa, mĆ”s libre y mĆ”s nuestra.
En tiempos de desafĆos, el espĆritu del 10 de octubre nos convoca a la unidad, al pensamiento crĆtico y a la acción. Nos recuerda que cada generación tiene su Demajagua.
Hoy, el 10 de octubre nos inspira a no olvidar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Porque mientras exista un cubano que sueñe con una patria digna, el grito de La Demajagua seguirÔ resonando.