José Rodolfo Fernández Fernández, paciente del Instituto de Neurología y Neurocirugía. Foto: Cortesía del entrevistado |
Por: Leonel José Pérez Peña
Fotos: cortesía del paciente
¡Que honor! Fui localizado por un fiel oyente de la programación de la emisora COCO-CMCK El Periódico del Aire y lector de este blog, para que hiciera público a través de los Servicios Informativos de nuestra emisora y en estas páginas, su carta que tituló: Un Corazón en el Instituto de Neurología y Neurocirugía
Este paciente, ya lo había conocido días antes, en mis incursiones periodísticas por el municipio La Lisa. Es José Rodolfo Fernández Fernández, campesino productor de La Finca La Teresa integrante del Programa de Desarrollo Local (PDL) Polo Productivo Jaramillo. En aquella oportunidad me habló de su convalecencia, pero en la entrevista se centró en el trabajo que realiza en sus su casa de cultivo para incrementar la producción de vegetales; en sus frutales y en el rescate de la producción de huevo de codorniz. Todas sus cosechas están destinadas mediante contrato, para la alimentación social.
En su carta relata: "Mi experiencia en el Instituto de Neurología y Neurocirugía, a finales de febrero, fue mucho más que un tratamiento médico; fue un encuentro con el corazón y la dedicación", este experimentado labriego, se expresa con claridad. Me percaté de ello mientras lo entrevisté para la Revista Impactos, y ahora al leer su escrito, confirma un estilo al cual, ni le quito ni le pongo. Desde ahora, solo dejaré que sus letras narren su historia.
Ingresé en el Instituto de Neurología y Neurocirugía a finales del mes de febrero, y fui operado el 19 de marzo por el Doctor Orestes López Piloto y un equipo de médicos ejemplares. Entre ellos, quiero destacar a Lismary Martínez Valdez, Jefa de Sala de Neurocirugía, una profesional excelente, exigente, querida y respetada por todos. Fue el trato y atención tan esmerada de los Doctores Orestes López Ayala y los residentes Ernesto Torres Álvarez, Jorge Luis Ortega, Esther Alejandra Núñez y Frank, quienes siempre demostraron un espíritu de sacrificio admirable. A veces, parecía que no salían del instituto, ¡dedicaban tantas horas a su trabajo!
Foto: Cortesía del entrevistado |
La sala de terapia intensiva fue un refugio de esperanza, gracias al equipo de enfermeros intensivistas: Yuyo, Yanet y Camila. Presencié su complementariedad y la rapidez con la que se movían para socorrer a los pacientes en momentos críticos. ¡Su compañerismo y responsabilidad son admirables!
No puedo olvidar a las enfermeras de la sala: Sandra, Regla, Barbarita y Alina. Su dedicación y atención fueron invaluables.
Un reconocimiento especial merecen los Técnicos de Laboratorio, como Lazarito, que en las noches me extraía sangre hasta cuatro veces, con tanta devoción y cuidado que se convertía en un momento casi familiar. Tampoco puedo olvidar al personal de servicio, siempre dispuesto a atendernos: Adonis, el camillero, y las auxiliares de limpieza de la Micro Pequeña y Mediana Empresa (MIPYME) Servicio de Limpieza, Justina (Wachineo), Yennifer y su Jefa de Brigada, Ididalmis, que con gran espíritu de consagración, amor por la labor que realizan, mantenían la limpieza y su trato más que profesional era familiar.
Que decir de las pantrístas, representada para nosotros en la China (Dayami), que fueron capaces, durante una contingencia eléctrica de tres días, de elaborar los alimentos y que, para todos los pacientes y, a criterio de muchos, fue de mejor calidad que el que realizaban los profesionales. Poniendo en alto el espíritu de pertenencia de ese colectivo.
No puedo dejar de mencionar a una especialista de interconsulta del Instituto de Endocrinología que nos atendió con tanta dulzura, amabilidad, que dejó una huella en mi familia y en mí; la doctora Cosset.
Es para nosotros un honor haber estado en esa institución que, a pesar de las limitaciones materiales, mantienen esa actitud de resistencia y la comprensión de que los pacientes son su razón de ser. A todos, nuestro respeto y felicitaciones, y mi exhortación a continuar con esa visión, pues es la imagen de lo que aspira nuestro pueblo.
Del estado actual de salud de José Rodolfo, ya les hablé, esta foto en su finca con una de sus dos casas de cultivo de fondo, no deja espacio para las dudas.
Foto: Cortesía del entrevistado |
Esta carta de agradecimiento confirma el criterio de que podemos estar bloqueados, en medio de una guerra no convencional, pero el amor, la piedad y la empatía, no la limita nada ni nadie, solo aquel que no lo posea. Pero en este caso, hay muestras de mucho amor.
Gracias por confiarnos esta misión: he ahí una de las misiones del periodismo militante y proletario.