La última movida de un rey

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Foto: Archivo.
Por: Jorge Ernesto Angulo Leiva

Un rey cayó en el tablero a inicios de junio de 2021 cuando falleció el Gran Maestro del ajedrez cubano Román Hernández Onna.

Movió su última pieza en La Habana a los 71 años, quien llegara a la primera casilla de la vida el 23 de noviembre de 1949 en Santiago de Cuba.

Su mundo interior, caracterizado por la humildad y sencillez, albergaba una de las mayores comprensiones y culturas del ajedrez en el continente, expresó el árbitro venezolano Uvencio Blanco.

Román Hernández se tituló Maestro Internacional en 1975 tras completar tres normas en Varna, Bulgaria; Novi Sad, Yugoslavia y Kecskemet, Hungría.

Ascendió a Gran Maestro tres años más tarde; en esa ocasión cumplió los requisitos entre Las Palmas, España y Bogotá, Colombia.

Resultó el cuarto cubano merecedor de ese galardón desde mediados de la década de los 70, luego de Silvino García, Guillermo García y Amador Rodríguez.

Ellos demostraron la claridad de miras de Ernesto Che Guevara cuando auguró la graduación de muchos grandes maestros en Cuba.

Devino el primer trebejista de raza negra con esa condición en el planeta, aunque versiones aviesas y erradas le atribuyeron la primicia al estadounidense Maurice Ashley, quien la obtuvo en 1999.

En la ciudad villaclareña de Sagua la Grande, Román Hernández logró la corona nacional de 1982, en una época de inmensa calidad dentro del país.

Desde 1970 hasta justo dos décadas después participó en ocho Olimpiadas del deporte.

Derrotó a rivales de tremendo nivel como al danés Bent Larsen dos veces, un aspirante al cetro del orbe.

También doblegó en par de oportunidades a Efim Geller y en una al monarca global Mijail Tal, miembros del dominante equipo soviético en la segunda mitad del siglo XX.

Libró su último duelo con una enfermedad degenerativa que lo obligó a inclinar su rey, pero todos lo aplaudieron por los movimientos trazados en el tablero de su existencia.

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