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Ramon Fonst. Foto: Granma. |
Por: Aynelis Sánchez Martínez
Hay personas que nacen para hacer historia. Sus hazañas llegan hasta nuestros días y continúan asombrando a incrédulos e incautos. Su quehacer los convierte en leyendas reconocidas a nivel mundial. Sin dudas, el esgrimista Ramón Fonst Segundo se encuentra en este grupo de privilegiados.
Nacido el 31 de julio de 1883, en La Habana, Fonst pasó su infancia y buena parte de su juventud en Francia. En el país europeo, por mediación de su padre, comenzó a practicar la esgrima, entrenado por el francés Juan Ayat y el italiano Antonio Conte, ídolos de la disciplina en París.
El habanero poseía envidiables condiciones físicas idóneas para este deporte: extremidades largas, rapidez de pies y manos, así como flexibilidad y dinamismo en sus movimientos, lo que le permitía sorprender con la zurda a sus rivales.
Con solo 16 años participó por la Mayor de las Antillas en los Juegos Olímpicos de París 1900. Allí, su nombre cobró notoriedad gracias a sus extraordinarios resultados.
En la cita parisina, la esgrima fue la disciplina con el mayor número de participantes: 258 atletas, de los cuales solo 47 eran extranjeros. El antillano incursionó en la espada, donde se inscribieron 102 participantes, de ellos 91 locales.
El 14 de junio del citado año, el atleta capitalino pugnó por la medalla de oro contra el anfitrión Louis Perrée, y según relata la también esgrimista Irene Forbes, en su libro “Ramón Fonst: As de Espada”, aquel fue un combate a un solo toque.
En la obra se comenta que, con "un majestuoso contrataque, dejó la punta de la espada en plena anatomía del francés". Este movimiento debió resolver el duelo, pero los jueces dudaron.
Fonst, al darse cuenta de lo sucedido, cambió la estrategia: "Atacó con su largo brazo izquierdo por el lateral que guía su arma, conocido como línea de sexta, y perforó el antebrazo rival, pero tampoco los jueces aceptaron. Tras varias escaramuzas, bate el acero de su oponente y el suyo se clava en el pecho de Perrée".
Aquella estocada, que hoy cumple 125 años, llevó al joven Ramón Fonst a la gloria y lo convirtió en el primer campeón olímpico de la historia para esta isla. Además, fue el primero de Latinoamérica y el Caribe. A la vez, colocó a Cuba en el panorama deportivo internacional.
Sus éxitos, a base de maestría, continuaron asombrando y conquistando al mundo. Dentro de sus proezas más trascendentales se encuentra la realizada en 1915, en la Exposición Mundial de San Francisco, Estados Unidos, donde enfrentó y derrotó a cerca de 100 contrincantes para alzar todos los títulos en todas las armas: espada, florete y sable.
Luego de este hecho la prensa lo volvió a catalogar como algo extraordinario y fuera de serie.
Tal era su fama y respeto a nivel global que, durante el rodaje de la película “El Capitán Blood”, en una escena donde el actor principal, Errol Flynn, admirador y conocedor del estilo de Fonst, se bate en duelo a muerte contra el villano interpretado por Basil Rathbone, esta falla en una de las estocadas. Al ver lo sucedido, Flynn, con su risa característica, le comentó: "Si haces eso contra Ramón Fonst, eres un hombre muerto".
"El Zurdo de Oro" o "El Nunca Segundo", como fue conocido el esgrimista capitalino, marcó una época y trazó las líneas de la esgrima cubana.
Sus resultados, producto del talento, calidad, inteligencia y consagración a este deporte, le valieron ser inmortalizado en el Salón de la Fama de la Federación Internacional de Esgrima. En su honor fue creada por la Federación Amateur de Esgrima de Cuba, la Orden del Mérito a la Esgrima Ramón Fonst.