Jorge Agostini Villasana: campeón en el deporte y la revolución

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Foto: Radio Rebelde.

Por: Tony Díaz

Por décadas, el nombre de Jorge Agostini Villasana ha permanecido en la memoria histórica de Cuba como el símbolo de un espíritu indomable. Desde su nacimiento el 5 de febrero de 1910 en Mayarí, hasta su trágica muerte el 9 de junio de 1955, en La Habana, Agostini se destacó como una figura excepcional en dos escenarios aparentemente opuestos: el deporte y la lucha revolucionaria.

Antes de convertirse en combatiente, Agostini fue un maestro del florete, alcanzando títulos que lo posicionaron entre los mejores esgrimistas de América. Fue multicampeón centroamericano, dejando huella en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Además, representó a Cuba en competiciones internacionales y logró destacar como medallista panamericano en esgrima, demostrando una destreza y disciplina admirables.

Pero su talento no se limitó a la esgrima. También practicó natación y remo, disciplinas en las que mostró gran habilidad y que complementaban su formación como oficial de la Marina de Guerra. En tiro deportivo, participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, representando a Cuba en la modalidad de pistola. En remo, tuvo actuaciones destacadas en eventos nacionales, consolidando su versatilidad como atleta.

Agostini no solo brilló en los duelos con espada, sino también en la arena política y militar. En 1936, impulsado por su sentido de justicia, se sumó a la Guerra Civil Española, luchando junto a los republicanos contra el avance del fascismo.

Su decisión de unirse a la contienda no fue casualidad. Desde joven, había participado en conspiraciones contra la dictadura de Gerardo Machado, lo que lo obligó a exiliarse en varias ocasiones. En España, su experiencia militar lo llevó a comandar un submarino republicano, con el que hostigó a las fuerzas franquistas y logró burlar el bloqueo nazi-fascista en Cataluña.

Herido en combate, se reincorporó rápidamente a la lucha y fue clave en la retirada de las tropas republicanas en los últimos días de la guerra. Su valentía y liderazgo le valieron el respeto de sus compañeros y el reconocimiento de la causa antifascista.

Al regresar a Cuba, Agostini se reintegró a la Marina de Guerra, donde ascendió hasta convertirse en Jefe del Servicio de Inteligencia Naval (SIN) durante el gobierno de Carlos Prío Socarrás. Desde ese puesto, trabajó en la modernización de la inteligencia militar y en la vigilancia de amenazas externas.

Sin embargo, tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952, Agostini se opuso abiertamente al régimen. Renunció a su cargo y se sumó a la resistencia contra la dictadura. Su activismo lo convirtió en un objetivo del gobierno, y el 9 de junio de 1955, fue asesinado en La Habana por agentes del régimen batistiano.

El asesinato de Agostini generó una gran conmoción en la opinión pública. En su artículo Frente al terror y frente al crimen, publicado en el periódico La Calle, el 11 de junio de 1955, Fidel Castro Ruz denunció el crimen con palabras contundentes:

“¿Quedaría sin castigo la salvajada? ¿Tiene acaso un grupo de hombres derecho de arrancarles la vida a sus semejantes con más impunidad de la que no tuvieron nunca los peores gánsters? Hoy es Jorge Agostini, nuevo mártir en la lucha por la liberación nacional, ¿quién será el próximo combatiente en caer acribillado?”, escribió el entonces joven abogado.

El posteriormente Comandante en Jefe Fidel Castro, líder de la Revolución cubana, calificó el asesinato como un acto de brutalidad política y lo vinculó a la represión sistemática del régimen de Batista. La denuncia pública contribuyó a fortalecer el rechazo popular contra la dictadura y a consolidar el movimiento revolucionario que años después llevaría a la victoria de 1959.

Jorge Agostini Villasana representa la unión entre la disciplina del atleta y la convicción del combatiente. Su vida es testimonio de una Cuba que ha forjado sus héroes en todos los ámbitos. Hoy, su legado se mantiene vivo tanto en las memorias del deporte como en la historia política del país.

En honor a su trayectoria, el campo de tiro de los campeones olímpicos y mundiales cubanos lleva su nombre, perpetuando su legado en el deporte y la lucha revolucionaria.

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