Licenciada en Bioanálisis Elena Ferrer Bataille, especialista en Laboratorio ClÃnico. |
Por: Daymara DÃaz y Lien MartÃ
En el mundo de la ciencia, donde el rigor y la dedicación marcan el camino, la mujer ha desempeñado un papel crucial en la construcción del conocimiento y el desarrollo social.
A lo largo de la historia numerosas cientÃficas han desafiado obstáculos y han demostrado que el talento y la pasión no tienen género.
En Cuba, el Instituto de GastroenterologÃa de La Habana ha sido testigo de una trayectoria que ejemplifica el esfuerzo y la entrega: la Licenciada en Bioanálisis Elena Ferrer Bataille, especialista en Laboratorio ClÃnico.
Elena inició su camino en la ciencia sin una motivación clara, pero con el tiempo su trabajo le reveló una vocación apasionante. A los 15 años comenzó su carrera como técnica de laboratorio clÃnico en Santiago de Cuba, sin saber aún el impacto que tendrÃa en su vida.
Con esfuerzo, dedicación y un deseo creciente de superación, continuó sus estudios en HematologÃa, Administración y QuÃmica. Fue en esta última etapa cuando la verdadera pasión por la ciencia floreció en su corazón, convirtiéndose en un motor que la ha impulsado hasta hoy.
Pero el recorrido de Elena no solo ha estado marcado por el conocimiento, sino también por el desafÃo de conjugar su vida profesional con la maternidad. A los 20 años tuvo a su primer hijo y continuó sus estudios para alcanzar mayores metas.
Luego, con la llegada de su segunda hija, enfrentó el reto aún mayor de dividirse entre los estudios, el trabajo y el cuidado de sus hijos.
Su madre fue un pilar fundamental, apoyándola en momentos claves para que Elena pudiera avanzar en su carrera sin descuidar el amor y la educación de sus pequeños.
Tras mudarse a La Habana, se convirtió en Licenciada en Bioanálisis y encontró en el Instituto de GastroenterologÃa un hogar donde ha trabajado incansablemente durante más de 30 años.
Ha participado en investigaciones de gran relevancia para la salud en Cuba, colaborando con destacados cientÃficos que han llevado sus aportes a nivel internacional. Su labor ha sido una contribución invaluable al sistema de salud del paÃs, consolidando su lugar como referente en la comunidad cientÃfica.
El mensaje que Elena comparte con los jóvenes es claro y poderoso: aunque el inicio de una carrera puede no estar motivado por un entusiasmo inmediato, el camino y el aprendizaje pueden despertar una pasión inimaginable.
Yo empecé sin motivación, pero cuando descubrà lo que se desarrollaba en mis estudios, me gustó desde el principio. Luego, con el tiempo, mi amor por mi carrera creció con mayor intensidad porque la hice parte de mÃ", afirmó, con la convicción de alguien que ha encontrado su propósito.
Las nuevas generaciones tienen en figuras como ella un ejemplo de perseverancia y compromiso. En su instituto, jóvenes cientÃficos llegan con entusiasmo y deseo de prosperar, demostrando que el futuro de la ciencia en Cuba está en buenas manos.
Pero el desafÃo es grande: las mujeres cientÃficas continúan enfrentando dificultades y responsabilidades dobles. Son investigadoras, trabajadoras, madres, hijas, abuelas y amigas, que deben hallar el equilibrio en un entorno exigente.
Elena ha librado una gran batalla, ha superado adversidades y sigue adelante con firmeza, demostrando que la ciencia es un motor de transformación. Si la juventud sigue su ejemplo y el de tantas mujeres cientÃficas que han forjado el camino, el futuro será más prometedor para la ciencia y para Cuba.
Su historia nos recuerda que la verdadera pasión no siempre nace en el comienzo, sino en el camino. Y cuando se encuentra, se convierte en una fuerza imparable.