Foto: Internet. |
Por Víctor Joaquín Ortega
El boxeador Virgilio Jiménez, y su hermano Antonio, llamado cariñosamente “Ñico” regalaron muchas alegrías al deporte cubano.
Virgilio fue titular de los novenos Juegos Centroamericanos y del Caribe y Ñico se desempeñó en el jardín central de los Azules de Industriales y del equipo nacional, en los tiempos iniciales de la conversión del deporte en un derecho del pueblo.
Ambos nacidos en Güines, con tanto de pueblo, se incorporaron felices a las competencias del músculo y alimentaron la alegría de la nación.
Aunque a Virgilio le gustaba el béisbol, prefirió el ring donde se mostró fuerte, corajudo, con habilidades. Lo guiaron hacia el triunfo en los 67 kilos de Kingston 1962, aunque todavía no existía la Escuela Cubana de Boxeo; es decir, aún no había ascendido la rumba al cuadrilátero.
Él estuvo entre los que en la cima del alto rendimiento y la base —no todos llegan, pero todos valen— pusieron su labor en favor del desarrollo de la especialidad que mayor cantidad de medallas ha conquistado para el país, y no solo en la lid olímpica.
No debe negarse que antes del triunfo del pueblo, tuvimos ases entre las cuerdas absorbidos casi siempre por el profesionalismo. En aquel quehacer bebieron nuestros entrenadores quienes forjaron y a la vez se forjaron en esa faena. Tuvieron el apoyo del campo socialista en las personas del alemán democrático Kurt Rosentrit y el soviético Andrei Chervonenko, sobre todo para adaptarlos a la magna cita.
Nuestros técnicos, científicos mejor dicho, encabezados por Alcides SagarraAlcides Sagarra y Sarbelio Fuentes, contaron con el buen trabajo del comisionado Waldo Santiago e hicieron aparecer la famosa y gloriosa Escuela, basada en el principio más práctico que teórico de Kid Chocolate: el arte del boxeo consiste en dar y que no te den, mejorada en lo humano y lo técnico en la siguiente visión: que no te den y dar, Agregaron la creatividad de un adiestramiento mantenedor para la pelea en cualquier momento.
Los tres mencionados intercambiaron golpes entre las cuerdas: incluso Sal, era su nombre de “guerra”, se impuso en un torneo Guantes de Oro en Estados Unidos, y Waldo resultó uno de los primeros ases nacionales antes de convertirse en un cuadro de prestigio nacional e internacional en la actividad. El trío, al despedirse de su batalla activa con el jab y el upper, estudió profundamente, y Sagarra llegó a ser Doctor en Ciencias de la Cultura Física.
Ñico sobresalió en el bosque central. Bateo oportuno, buen fildeo, rapidez en las piernas y una inteligencia tremenda para el robo de bases. Integró la selección beisbolera victoriosa y la Delegación de la Dignidad en San Juan 1966, destrozadora de las artimañas de los enemigos en la intentona de no dejarnos actuar en la hermana tierra de Puerto Rico; medallista de plata en los Panamericanos de Winnipeg 1967.
Deseo añadir unas líneas a este escrito sobre la discóbola Caridad Agüero, quien venció dos veces en la principal justa de la región; Kingston 1962 y San Juan 1966, con 43.75 y 43.37; sitio de bronce en la gran fiesta americana de Winnipeg; 46.68.
Cachita siguió las hazañas de antecesoras como la primera galardonada, la jabalinista Florinda Viamonte, tercera en los Centrocaribes de Panamá 1938, y la más refulgente de todas en su etapa: Alejandrina Herrera, bronce en disco del certamen continental de 1955 ; oro y plata en los Centrocaribes de 1954 y 1962.
La mencionada continuadora fue punto de partida, especialmente en su implemento, del gran salto de nuestras damas en el lanzamiento que ha convertido a la Mayor de las Antillas en una de las mejores naciones del mundo en el sector de los envíos entre las mujeres.
Ambos nacidos en Güines, con tanto de pueblo, se incorporaron felices a las competencias del músculo y alimentaron la alegría de la nación.
Aunque a Virgilio le gustaba el béisbol, prefirió el ring donde se mostró fuerte, corajudo, con habilidades. Lo guiaron hacia el triunfo en los 67 kilos de Kingston 1962, aunque todavía no existía la Escuela Cubana de Boxeo; es decir, aún no había ascendido la rumba al cuadrilátero.
Él estuvo entre los que en la cima del alto rendimiento y la base —no todos llegan, pero todos valen— pusieron su labor en favor del desarrollo de la especialidad que mayor cantidad de medallas ha conquistado para el país, y no solo en la lid olímpica.
No debe negarse que antes del triunfo del pueblo, tuvimos ases entre las cuerdas absorbidos casi siempre por el profesionalismo. En aquel quehacer bebieron nuestros entrenadores quienes forjaron y a la vez se forjaron en esa faena. Tuvieron el apoyo del campo socialista en las personas del alemán democrático Kurt Rosentrit y el soviético Andrei Chervonenko, sobre todo para adaptarlos a la magna cita.
Nuestros técnicos, científicos mejor dicho, encabezados por Alcides SagarraAlcides Sagarra y Sarbelio Fuentes, contaron con el buen trabajo del comisionado Waldo Santiago e hicieron aparecer la famosa y gloriosa Escuela, basada en el principio más práctico que teórico de Kid Chocolate: el arte del boxeo consiste en dar y que no te den, mejorada en lo humano y lo técnico en la siguiente visión: que no te den y dar, Agregaron la creatividad de un adiestramiento mantenedor para la pelea en cualquier momento.
Los tres mencionados intercambiaron golpes entre las cuerdas: incluso Sal, era su nombre de “guerra”, se impuso en un torneo Guantes de Oro en Estados Unidos, y Waldo resultó uno de los primeros ases nacionales antes de convertirse en un cuadro de prestigio nacional e internacional en la actividad. El trío, al despedirse de su batalla activa con el jab y el upper, estudió profundamente, y Sagarra llegó a ser Doctor en Ciencias de la Cultura Física.
Ñico sobresalió en el bosque central. Bateo oportuno, buen fildeo, rapidez en las piernas y una inteligencia tremenda para el robo de bases. Integró la selección beisbolera victoriosa y la Delegación de la Dignidad en San Juan 1966, destrozadora de las artimañas de los enemigos en la intentona de no dejarnos actuar en la hermana tierra de Puerto Rico; medallista de plata en los Panamericanos de Winnipeg 1967.
Deseo añadir unas líneas a este escrito sobre la discóbola Caridad Agüero, quien venció dos veces en la principal justa de la región; Kingston 1962 y San Juan 1966, con 43.75 y 43.37; sitio de bronce en la gran fiesta americana de Winnipeg; 46.68.
Cachita siguió las hazañas de antecesoras como la primera galardonada, la jabalinista Florinda Viamonte, tercera en los Centrocaribes de Panamá 1938, y la más refulgente de todas en su etapa: Alejandrina Herrera, bronce en disco del certamen continental de 1955 ; oro y plata en los Centrocaribes de 1954 y 1962.
La mencionada continuadora fue punto de partida, especialmente en su implemento, del gran salto de nuestras damas en el lanzamiento que ha convertido a la Mayor de las Antillas en una de las mejores naciones del mundo en el sector de los envíos entre las mujeres.
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