La resistencia y creatividad del primer mariposista: Joe Verdeur

Joseph Verdeur, nadador de Estados Unidos multimedallista olímpico. Foto: Getty Images.

Por: Víctor Joaquín Ortega

Retornan los Juegos Olímpicos: Londres 1948. El nadador de pecho estadounidense Joseph Verdeur (Joe) confía en sus condiciones. Había trabajado duro para conquistarlas. Sabe que puede vencer a pesar de que en su propia delegación otros preferían a Keith Carter y Robert Solh, dos de sus coterráneos.
Este atleta debe enfrentar también a destacados contendientes como el australiano Davies, el yugoslavo Cerer y el brasileño Jordan. Para eso cuenta con su arma secreta. Junto a su resistencia frente a los descreídos, ha innovado

Comienza el combate de los perchistas por la medalla de oro en la única prueba programada para ellos: los 200 metros. Ya vienen y ¡mi madre, Verdeur nada distinto! Va dejando muy atrás a los rivales. Parece mariposa que vuela sobre las aguas cual si fuera el aire. Vence con tiempo de 2:39.3 minutos y rompe la marca del clásico. Le siguieron, Carter y Solh con 2:49.2 y 2:43.9. Las alas del triunfador han sido más potentes que las de ellos.

La Federación Internacional de la disciplina se da cuenta que con ese estilo se le saca ventaja a la de pecho. Establecen entonces la modalidad apodada mariposa. En Melbourne 1956 aparecerá en la magna cita. En la piscina australiana vuela mejor el norteamericano William Yorsik con la implantación de la plusmarca de estos certámenes con 2:19.6, seguido más de cerca por el japonés Takashi Ishimoto (2:23.8) y el húngaro Gyorgy Tumpek (2: 23.9). Uno, dos y tres en la lid pechista: los nipones Masaru Furukawa (2:34.7) y Massahiro Yhoshimura (2:36.7) y el soviético CharisYumichev (2:36.8).

Consolidada la nueva modalidad. Por cierto, en Helsinki 1952 abusaron los mariposistas en la batalla del pecho: se tituló John Davies, del país de los canguros con 2:34.4, adiós al récord de la gran fiesta. Bowes Stassforth (Estados Unidos) y Herbert Klein (Alemania), sus más fuertes rivales con 2:34.7 y 2:35.9, respectivamente.

La innovación de Joe Verdeur fue mucho más allá de su presea dorada olímpica. El deportista resistió la falta de fe de los escépticos y los derrotó con el avance tan aliado a la creatividad, a partir de la confianza en sus propias fuerzas, forjadas en gran medida por su entrega.

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