Esta es la gimnasta rumana Ana Barbosu, a quien le fue devuelta una medalla en París 2024. Foto: Reuters.
Por: Víctor Joaquín Ortega
Su entrenadora, la muy respetada Cecile Landi, no estuvo de acuerdo y reclamó legalmente al estimar que no se había tenido en cuenta la complejidad de la ejecución. Los jueces rectificaron y, con lo agregado a la puntuación, subieron a la deportista al tercer peldaño, solo superada por Rebeca Andrade y Simone Biles. El drama continuó.
La delegación rumana protestó, pues consideraba injusto dejar sin la presea a Ana Barbosu, situada antes en el tercer puesto de la especialidad. La polémica se calentó y hasta el primer ministro de aquella nación amenazó con su ausencia durante la clausura de los Juegos de no mantener la posición original.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) se encargó del caso: finalmente decidió dejar sin efecto el citado cambio y exigió la la devolución de la medalla. De acuerdo con el Comité Olímpico Internacional (COI), debe ser entregada en un acto solemne a la Barbosu en su país.
El mal trabajo de los jueces dio lugar a la situación. Fallaron en el otorgamiento de la calificación inicial o en la rectificación. En fin, se equivocaron. Su error hirió a los protagonistas de la justa y al clásico, aparte de mostrar indecisión, pecado mortal en un árbitro. No es la primera vez que deslices parecidos golpean a los Juegos. Veamos… En París 1900 se permitió que un niño francés, escogido al azar y por su menor peso, sustituyera a Hermanis Brockman como guía en la embarcación alemana que se impuso en par de remos con timonel. Hubo otras incorreciones en esta disciplina.
Los atletas actuaron allí en un escenario muy deficiente, una pista con exceso de hierba y baches, húmeda y blanda en demasía, “…con un gran árbol en el centro, en el cual los martillos y los discos se atascaban, lo que mermó los resultados en estas pruebas…”, según las investigaciones del historiador cubano José Elías Bermúdez Brito.
En San Luis 1904 para no lacerar los intereses del país sede, ya disgustado por la descalificación del tramposo maratonista Fred Lordz, se perdonó a quien a la postre fue el titular: Tom Hicks. a pesar de ser ayudado y aun dopado durante la carrera, lo que le costó el premio bronceado a nuestro Félix “Andarín” Carvajal. Sobre otros errores de este tipo en el olimpismo me referiré próximamente.
La delegación rumana protestó, pues consideraba injusto dejar sin la presea a Ana Barbosu, situada antes en el tercer puesto de la especialidad. La polémica se calentó y hasta el primer ministro de aquella nación amenazó con su ausencia durante la clausura de los Juegos de no mantener la posición original.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) se encargó del caso: finalmente decidió dejar sin efecto el citado cambio y exigió la la devolución de la medalla. De acuerdo con el Comité Olímpico Internacional (COI), debe ser entregada en un acto solemne a la Barbosu en su país.
El mal trabajo de los jueces dio lugar a la situación. Fallaron en el otorgamiento de la calificación inicial o en la rectificación. En fin, se equivocaron. Su error hirió a los protagonistas de la justa y al clásico, aparte de mostrar indecisión, pecado mortal en un árbitro. No es la primera vez que deslices parecidos golpean a los Juegos. Veamos… En París 1900 se permitió que un niño francés, escogido al azar y por su menor peso, sustituyera a Hermanis Brockman como guía en la embarcación alemana que se impuso en par de remos con timonel. Hubo otras incorreciones en esta disciplina.
Los atletas actuaron allí en un escenario muy deficiente, una pista con exceso de hierba y baches, húmeda y blanda en demasía, “…con un gran árbol en el centro, en el cual los martillos y los discos se atascaban, lo que mermó los resultados en estas pruebas…”, según las investigaciones del historiador cubano José Elías Bermúdez Brito.
En San Luis 1904 para no lacerar los intereses del país sede, ya disgustado por la descalificación del tramposo maratonista Fred Lordz, se perdonó a quien a la postre fue el titular: Tom Hicks. a pesar de ser ayudado y aun dopado durante la carrera, lo que le costó el premio bronceado a nuestro Félix “Andarín” Carvajal. Sobre otros errores de este tipo en el olimpismo me referiré próximamente.
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