Por: Redacción DigitalAylín Álvarez García Autor: Maykel Espinosa Rodríguez
Como la reunión del comité de base de todos los militantes de Cuba. Así define Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), lo que ocurrirá del 2 al 4 de abril próximo en el Palacio de Convenciones de La Habana. Precisamente, en esas fechas tendrán lugar las sesiones del 12mo. Congreso de la organización, y aunque los últimos toques para un encuentro de esta magnitud imponen un fuerte ajetreo y tensión ella abrió un espacio en su exiguo tiempo para dialogar con nuestro diario.
—A pesar de la compleja situación en el orden económico y social que vive el país, ¿por qué la UJC decide hacer la sesión nacional de su Congreso?
—Sabemos y tenemos percepción absoluta del difícil contexto que vive nuestro país. Justamente, esa es una razón de fuerza mayor por la que creemos que es el momento idóneo para que una representación de la organización política de vanguardia de la juventud cubana se reúna para debatir con pasión, pero sin complacencia, sobre la responsabilidad que tenemos con el presente y futuro de las nuevas generaciones, la propia organización y la Revolución y el socialismo que queremos para todos.
«Esta sesión final la hemos preparado como las asambleas municipales y provinciales: espacios donde lo más importante es el debate, llegar a consensos, buscar objetivos de trabajo que nos propicien transformar la organización en la próxima etapa. Como nunca antes hemos pensado un congreso sin grandes actividades públicas y, también, desde la cantidad de delegados e invitados que participarán en él se ha visto la austeridad con la que hemos trabajado.
«Realizar nuestro congreso, además, tiene que ver con la voluntad política del país. Recordemos que nuestro Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, Miguel Díaz Canel Bermúdez, nos ha instado a atender a los jóvenes como las tan importantes personas que son y que nuestra cotidianidad se llene de las propuestas que hagan las nuevas generaciones. Nos toca responder a ese llamado y para ello necesariamente tenemos que ponernos de acuerdo y lo mejor es el encuentro colectivo.
«Esta es la reunión del comité de base de todos los militantes de Cuba o de una representación, que tiene la responsabilidad después de que termine la sesión nacional del congreso, de llegar a sus organizaciones de base a rendir cuentas de qué se discutió, de cuáles son las acciones que se van a realizar en la próxima etapa y cómo todos nos vamos a implicar en ella. Y esa rendición no es solo a los militantes, sino también al resto de los jóvenes de su radio de acción».
—Crea tu felicidad ha sido la máxima que ha acompañado esta cita y, sobre ello, han existido varios pronunciamientos… Para Aylín, ¿qué es la felicidad?
—Para mí tiene varias aristas. La primera está relacionada con lo más importante que tengo, que son precisamente mis hijos, ellos son mi felicidad en la máxima expresión. Y eso también está conectado con lo otro que me hace feliz: poder sentirme útil, hacer por mi país, poder transformar en el lugar donde estoy, porque si precisamente algo me hiciera feliz es poder legarle a mis hijos la Cuba que quiero construir o que quiero ayudar a edificar.
«En eso se basa la felicidad de Aylín, en construir todos los días una Cuba mejor y en poder, también, dejarle como legado a mis hijos el ser buenos seres humanos, seres que ayuden también en esa construcción. Somos una generación que ha crecido con muchísimas carencias, somos expresión concreta de eso, pero creo que el sumarnos a las tareas y proyectos del país nos da luces y nos da esa manera de poder asumir que el cumplimiento de nuestros deberes nos hace felices».
—¿Como militante cuál es el mayor reto que asumes en ese camino?
—No se trata solo de un desafío mío, sino de todo militante: Ser ejemplo, ser los primeros en todo, ser esa vanguardia que agrupa la UJC; pero el serlo no solamente es decirlo, sino también que tenga una expresión concreta en lo que hacemos en lo cotidiano y eso tampoco es fácil, o sea, el ser ejemplo no es fácil para nadie; es algo en lo cual tenemos que trabajar todos los días y es en lo que más los militantes comunistas tenemos que esforzarnos. ¿Cómo somos referencia para los demás? ¿Cómo somos expresión de lo que queremos ser y de lo que transmitimos, pero también que eso se sienta y se palpe en lo que hacemos todos los días?
—¿Puede una organización como la UJC crear las condiciones para que los jóvenes cubanos, militantes o no, sean felices? ¿Es esa una tarea de la organización?
—No se puede hablar de ninguna transformación, de ningún matiz, ni de ningún reto, tampoco se puede hablar de felicidad sin referirnos al contexto en el cual desarrollamos este congreso. Lo más importante es entender que los tiempos que estamos viviendo son distintos a todo lo que habíamos vivido anteriormente. Que la propia organización ya no es la misma a la de hace cinco años atrás y que todo esto también tiene que ver en cómo asumimos la dureza de estos tiempos, pero lo hacemos también con la valentía de ayudar a transformarlo.
«Si algo ha caracterizado las sesiones de este congreso desde que presentamos la convocatoria en Santa Clara es ver, precisamente, cómo asumimos las maneras de hacer de una forma diferente, en cómo asumimos, también, que debemos no solo oír, sino ir a escuchar para, entre todos, poder transformar esa organización que queremos, que necesariamente tiene que ser distinta, que tiene que todos los días parecerse a los jóvenes, que tiene la responsabilidad de conducir, de representar, que no solamente es una organización que sirve de sombrilla, su membresía política, sino que es una organización que tiene que servir de sombrilla a todos los proyectos individuales o colectivos de todos los jóvenes en Cuba».
—¿Crees, entonces, que la organización puede ayudar o puede crear la felicidad para los jóvenes?
—La organización tiene como responsabilidad atender a los niños, adolescentes y jóvenes, y lo asume también como un mandato constitucional, sobre todo en un país donde no existe un ministerio que atienda exclusivamente los asuntos relativos a los jóvenes. Entonces, la organización sí que está en condiciones si lo hacemos entre todos, si hay una participación colectiva coherente, si construimos los procesos entre todos, y esos procesos cada vez más se parecen a lo que necesitan los niños, adolescentes y jóvenes en nuestro país.
«Creo que eso contribuye a la búsqueda de la felicidad que anhelamos, que es individual, que tiene que nacer desde lo individual y también tributar todos los días a un proyecto colectivo. La organización está en condiciones de hacerlo, pero no solamente lo pueden hacer sus militantes. Tenemos que implicar en eso a todos los jóvenes con diferentes visiones, con esa pluralidad y esa diversidad que hoy hay en las juventudes en nuestro país. Yo creo que solo así lograremos lo que nos estamos proponiendo desde una organización que ha vivido los días intensos de la Revolución: sus prolongaciones, alcances y limitaciones, sus renovaciones y permanencias».
—¿Es importante que un militante o un joven que no va a estar en el Congreso, en el Palacio de Convenciones, siga la discusión de lo que va a suceder estos días?
—En el Congreso se va a debatir el futuro de las juventudes en nuestro país y eso ya es un motivo para no perderse cada detalle. Yo creo que hay que asumir a la UJC como esa organización que tiene que abrirse un poco más para que los jóvenes, militantes o no, puedan tener un espacio de participación real y concreta dentro de ella.
«Eso espera brindar el Congreso, las sesiones finales y, por supuesto, también dejará un camino para la organización en la próxima etapa que tributará necesariamente a esa transformación para que todos los jóvenes encuentren cada vez más su proyecto de vida en esta Cuba que todos queremos y tenemos el deber de ayudar a construir».
* Tomado de Juventud Rebelde