Foto: Jit.
Por: Víctor Joaquín Ortega
También una compatriota de Fonst tiene ese honor entre las mujeres: la guantanamera María Caridad Colón por su jabalinazo en Moscú 1980. Diferentes circunstancias, diferentes combates, diferentes etapas. Ella merece semejante tratamiento. Pero antes de pasar a “otros primeros”, fíjense los años que trascurrieron en el olimpismo para llegar a ese logro.
Debe ser contada la historia del mambí Félix “Andarín” Carvajal, el mejor fondista cubano de todos los tiempos y el primer finalista latinoamericano de maratón: concluyó cuarto en el del tercer clásico en 1904. Demos semejante trato el primer medallista y el primer as nuestro después del Triunfo de la Revolución Cubana: Enrique Figuerola. Y a Orlando Martínez y su compatriota, la 66 kilos Odalys Revé, la inicial ganadora del premio principal de judo para la Isla en Barcelona 1992.
Un argentino es el primer latinoamericano coronado en natación: el librista Alberto Zorrilla en los 400 estilo libre de Ámsterdam 1928. Su paisano Juan Carlos Zabala debió batirse muy duro para convertirse en el primer latinoamericano vencedor en el deporte rey de la gran fiesta: llegó antes que todos a la meta del maratón de Los Ángeles 1932.
Primer mexicano practicante del atletismo que subió a lo más alto del podio del olimpismo: el marchista Daniel Bautista en los 20 kilómetros de Montreal 1976, n marca mundial incluida de 1.24:.41 horas. Un jinete fue el primero a plenitud: Humberto Mariles en el Gran Premio de las Naciones en Londres 1948, y encabezó el otro galardón máximo de los aztecas, por equipos, al juntarse con Uriza y Valdés.
La iniciadora alegría áurea para Colombia se debió a la pesista de 35 años María Isabel Urrutia, titular en los 75 kilos en Sídney 2000. Por fin se habían programado los lances con los hierros para las mujeres. Esa discriminación se mantuvo en no pocas naciones, Cuba entre ellas.
La halterofilia y la lucha no escaparon y, aunque se levantó antes la prohibición en el judo, en ese arte marcial el machismo y lo anticientífico molestaron al principio. Todo por la errónea visión de que quitaban feminidad. Los colombianos habían llegado oficialmente a la magna justa en Los Ángeles 1932.
El marchista ecuatoriano Jefferson Pérez abrió esa puerta para su país cuando dominó los 20 kilómetros en Atlanta1996.Tenía 22 años y el gobierno le otorgó una pensión vitalicia. La nadadora Claudia Pool, al triunfar en los 200 estilo libre en esa ciudad, alcanzó la dorada por primera vez para Costa Rica. Dicha gloria para República Dominicana la obtuvo Félix Sánchez en los 400 con vallas de Atenas 2004. Tenía entonces 26 años este hombre nacido en Estados Unidos, quien prefirió ser fiel a su sangre.
Quedan muchos galardones de este tipo en Nuestra América que debo y deseo resaltar. De diversas maneras los reconoceremos en nuevos trabajos, sin amarrarnos a lo cronológico. Tampoco soslayaré las reflexiones más necesarias e incluiré a varios exitosos pertenecientes a otras latitudes.
Debe ser contada la historia del mambí Félix “Andarín” Carvajal, el mejor fondista cubano de todos los tiempos y el primer finalista latinoamericano de maratón: concluyó cuarto en el del tercer clásico en 1904. Demos semejante trato el primer medallista y el primer as nuestro después del Triunfo de la Revolución Cubana: Enrique Figuerola. Y a Orlando Martínez y su compatriota, la 66 kilos Odalys Revé, la inicial ganadora del premio principal de judo para la Isla en Barcelona 1992.
Un argentino es el primer latinoamericano coronado en natación: el librista Alberto Zorrilla en los 400 estilo libre de Ámsterdam 1928. Su paisano Juan Carlos Zabala debió batirse muy duro para convertirse en el primer latinoamericano vencedor en el deporte rey de la gran fiesta: llegó antes que todos a la meta del maratón de Los Ángeles 1932.
Primer mexicano practicante del atletismo que subió a lo más alto del podio del olimpismo: el marchista Daniel Bautista en los 20 kilómetros de Montreal 1976, n marca mundial incluida de 1.24:.41 horas. Un jinete fue el primero a plenitud: Humberto Mariles en el Gran Premio de las Naciones en Londres 1948, y encabezó el otro galardón máximo de los aztecas, por equipos, al juntarse con Uriza y Valdés.
La iniciadora alegría áurea para Colombia se debió a la pesista de 35 años María Isabel Urrutia, titular en los 75 kilos en Sídney 2000. Por fin se habían programado los lances con los hierros para las mujeres. Esa discriminación se mantuvo en no pocas naciones, Cuba entre ellas.
La halterofilia y la lucha no escaparon y, aunque se levantó antes la prohibición en el judo, en ese arte marcial el machismo y lo anticientífico molestaron al principio. Todo por la errónea visión de que quitaban feminidad. Los colombianos habían llegado oficialmente a la magna justa en Los Ángeles 1932.
El marchista ecuatoriano Jefferson Pérez abrió esa puerta para su país cuando dominó los 20 kilómetros en Atlanta1996.Tenía 22 años y el gobierno le otorgó una pensión vitalicia. La nadadora Claudia Pool, al triunfar en los 200 estilo libre en esa ciudad, alcanzó la dorada por primera vez para Costa Rica. Dicha gloria para República Dominicana la obtuvo Félix Sánchez en los 400 con vallas de Atenas 2004. Tenía entonces 26 años este hombre nacido en Estados Unidos, quien prefirió ser fiel a su sangre.
Quedan muchos galardones de este tipo en Nuestra América que debo y deseo resaltar. De diversas maneras los reconoceremos en nuevos trabajos, sin amarrarnos a lo cronológico. Tampoco soslayaré las reflexiones más necesarias e incluiré a varios exitosos pertenecientes a otras latitudes.
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