Del maratón al "dramatón" (Parte I)

Eric Lindell, titular de los 400 lisos y contendiente bronceado de los 200 en París 1924, cuya historia inspiró la película Carrozas de Fuego. Foto: Leyendas Olímpicas.

Por Víctor Joaquín Ortega

Si usted busca en la lista de medallistas olímpicos a los maratonistas coreanos Sohn Kee-Chung y Nam Seung- Yong no los va a encontrar. El primero con el nombre de Kitei Son y el segundo con el de Shoryu Nam ganaron oro y plata en Berlín 1936 representando a Japón ocupante entonces de ese país.

Algunos dicen que fueron instados a formar parte de esa delegación. Ese instar, de qué manera sería. Bien lo sabe dolorosamente el velocista británico Eric Liddell, titular de los 400 lisos y contendiente bronceado de los 200 en París 1924.

Pastor de la religión anglicana, declinó actuar en la eliminatoria de los 100 porque chocaba el día escogido chocaba con sus creencias y esa mañana dominical la utilizó en pronunciar un sermón en un templo. Estaba en China como misionero cuando arribó la ferocidad nipona.

Fue encerrado en un campo de concentración, donde sufrió terribles torturas físicas y mentales. Allí murió el 21 de febrero de 1945. Liddell y su compatriota Harold Abrahams, triunfante en la prueba reina, sirvieron de principal inspiración para el filme Carrozas de fuego, conquistador de varios premios Oscar.

Más adelante veremos que donde las dan, las toman en cuanto al robo de músculos, oficializado ahora en la práctica, desde hace bastante tiempo. La acción daña al deporte y envilece al comprador, el peor de este dúo inmoral, y al vendido. Es necesario decirlo: el ser humano demuestra que es el único animal que choca otra vez con la misma piedra.

Al igual que en Amberes 1920, no son invitados a Londres 1948, después de terminar la terrible conflagración, las naciones agresoras: Alemania y Japón, llamados perdedores también, aunque en realidad los máximos perdedores fueron los pueblos.

Injusticia porque los deportistas no eran culpables de aquella “tregua bélica” y, además, la decisión adoptada era una flagrante violación de la cacareada neutralidad del Comité Olímpico Internacional.

Los nadadores nipones habían brillado en la Ángeles 1932 y Berlín 1936 y en la lid londinense le cortaron la buena racha. Furhachi, para desvirtuar las victorias de Estados Unidos, en una piscina de Tokio. rompió varios récords mundiales durante la justa a la que se le prohibió ir. El imperio del norte no solo en lo económico sacó buenas lascas de la guerra. 

Sin embargo, el nacionalizado norteamericano Oyikawa, en Helsinki 1952, olvidando los golpes asesinos de Hiroshima y Nagasaki, representó a Estados Unidos y le dio la victoria en los 100 de espalda. Le pagaron con la misma moneda al País del Sol Naciente. Recuerden el robo de 1936 mientras regreso a la gran fiesta escenificada en Londres 48.

Directo hacia la distancia mayor en el atletismo. El belga Etienne Gailly es su dueño desde el kilómetro diez. Continúa al frente en el 32. Empieza a mostrar algunos síntomas de cansancio. El coreano Chou y el argentino Cabrera aprovechan para acercársele y provocarlo. Lo logran.

El del viejo continente en su desprendida saca ventaja superior. El asiático se hunde. El gaucho mantiene su sabroso paso. El europeo entra primero al estadio. Sigue delante en la primera vuelta a la pista. Lo azoran el latinoamericano y el británico Tom Richards quien se ha unido a la persecución. El perseguido se toca la pierna izquierda. ¿Súplica o mandato? ¡Un dolor tremendo!

Lo sobrepasan los dos acosadores. Se serena y, al menos, logra, arrastrando la extremidad lastimada, entrar tercero. Antes el coterráneo de Gardel consigue ser campeón, mientras la plata corresponde al de Gran Bretaña. No sufra tanto, Gailly. Peor le ha pasado al lanzador de disco Fortune Gordien, de Estados Unidos: recordista del mundo y debió contentarse con bronce.

Ah, el infortunado Fortune… En tres ocasiones más dice adiós a la plusmarca del orbe, y en los Juegos Olímpicos jamás podrá imponerse: cuarto lugar en Helsinki 1952 y subtitular en Melbourne 1956.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente