Sin rejas que nos protejan

Las víctimas, a menudo, no saben dónde dirigirse al percatarse de que han sido robadas. Foto tomada de Internet.

Por: Nathalie Trueba Hernández, estudiante de primer año de Periodismo

El 30 de septiembre Luisa Ortega se encontraba, como cada semana, en la estación de policía de Aguilera, tras buenas nuevas sobre su dinero extraviado. Ese día se cumplían cinco meses desde que fue víctima de estafa mediante un pago en línea. 

“Todo parecía normal, la página era idéntica a la plataforma EnZona, inicié sesión y puse mi clave de pago para adquirir el producto. A la mañana siguiente, cuando revisé, mis cuentas bancarias estaban en cero”, constató en la declaración policial. 

Luisa nunca pudo advertir que la página estaba trucada, la interfaz había sido copiada, y sus datos robados en cuestión de segundos. El número de casos de este tipo ha incrementado en gran medida desde 2019. En la actualidad, en pleno proceso de bancarización, los reportes de hurtos a usuarios ascendieron a veinte millones de pesos y más de 2500 personas afectadas. 

Hasta la fecha figuran en la prensa muy pocas detenciones en comparación con los números de denuncias registradas cada día.

Uno de los motivos por el cual los responsables de estos delitos informáticos de estafa y suplantación de páginas son tan difíciles de apresar, es el ineficiente protocolo de acción luego de realizado el crimen. 

Las víctimas, a menudo, no saben dónde dirigirse al percatarse de que han sido robadas y cuando van a la policía para hacer la denuncia, los propios oficiales desconocen el procedimiento para dicho tipo de infracciones. 

Otra de las trabas para capturar a los ciberdelincuentes es a la hora de rastrear las transacciones bancarias pues, en el caso de La Habana, la red colapsa constantemente por la alta cifra de operaciones diarias u otros factores.

Cuando suceden estos fenómenos es fácil perder la ruta del dinero extraviado, además, los estafadores suelen transferir partes del mismo a varias tarjetas o pasarlo de una cuenta a otra, dificultando aún más el proceso. 

Las instituciones relacionadas con estos actos delictivos como el Banco Central de Cuba y la pasarela de pago virtual EnZona, recuerdan a los usuarios que no deben dar sus datos bancarios a terceros y siempre chequear que, a la hora de iniciar sesión, la URL sea la oficial.

No obstante, las denuncias siguen aumentando, pues, a las causas antes expuestos se adiciona la poca cultura informática que poseen los internautas.

Los más afectados por delitos de esta índole son los adultos mayores, puesto que su conocimiento digital es mínimo y los hace más vulnerables frente a este tipo de engaños.

La plataforma EnZona ha asegurado en más de una ocasión que, ante cada nueva situación delictiva que se ha presentado, han incrementado la protección de los clientes, no obstante, continúan las estafas.

Pese a que la versión más reciente del Código Penal cuenta con un apartado sobre delitos informáticos, la instrucción policial para estos crímenes continúa siendo ineficaz y los exiguos casos que llegan a la Fiscalía resultan en penas menores tales como multas y pocos meses de privación de libertad. 

Resulta una prioridad estudiar los fallos en la seguridad informática de las pasarelas de pago y, en la misma medida, recrudecer las sanciones adjudicadas a estas fechorías. Asegurar la educación en el manejo de las plataformas de comercio electrónico de los usuarios, en especial de los más ancianos, debería ser la tarea primera dentro el plan de bancarización, pues en el entorno virtual no hay rejas que nos protejan.

LLHM 

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