Imagen tomada de Tribuna de La Habana |
Por: Leonel José Pérez Peña
¿Qué es la cultura? No pretendo ahora generar un debate respecto a una definición desde las ciencias humanÃsticas o desde la filosofÃa, sino, concertar una idea respecto a un tema definitorio del hacer cotidiano de las personas. Desde este enfoque propongo una definición: La cultura como creación colectiva que define la identidad de los espacios fÃsicos y a las comunidades de intereses humanos.
El hombre muestra el grado de desarrollo económico y social, con las transformaciones que realiza en el espacio fÃsico en el que vive y se interrelaciona con él. Es decir, lo que la naturaleza ofrece, no es propiamente cultura; toda la transformación que se le hace a ese espacio vital para mejorar la calidad de la existencia humana, como creación colectiva, sà es cultura.
Hábitos, tradiciones, costumbre, memoria histórica, y otros rasgos, más bien de carácter espiritual, junto a la producción de tecnologÃas, para satisfacer necesidades materiales, definen la cultura de los espacios fÃsicos y las comunidades de intereses humanos.
Entonces, ¿la marginalidad, el mal vivir, la falta de perspectivas de progreso y la prosperidad es un reflejo de la cultura, de un determinado grupo social? Visto desde el enfoque que concertamos para definir la cultura como creación colectiva, no es cultura, es falta de oportunidad y de acceso sistemático a los programas de desarrollo, por determinadas causas.
La Revolución Cubana, por la concepción humanÃstica que la define, es un programa de desarrollo cultural para la transformación y la prosperidad material y espiritual de sus ciudadanos. Desde el mismo primero de enero de 1959, hace ya 65 años, comenzó esa transformación; dado los obstáculos impuestos por el gran vecino, no se ha logrado llegar oportunamente a cada comunidad, pero se trabaja en cada uno de ellos, con las limitaciones materiales devenidas de ese enfrentamiento histórico.
No es una deuda pendiente lo que tiene el Gobierno con sus ciudadanos, es un gran reto borrar los indicios de desigualdad que hoy perviven en algunos barrios. No se trata solo ahora de llevarle una unidad artÃstica para organizarle una actividad cultural para elevar la espiritual. Se puede realizar, y se ha hecho se hacen acciones para mejorar la infraestructura del barrio, pero en esencia de lo que se requiere es, en paralelo, transformar el pensamiento, dotar a esa persona con un espÃritu de hacedor y no de consumidor.
Por ejemplo, en el municipio La Lisa, en materia de transformación de los barrios vulnerables, están El Marao, del Consejo Popular de El Cano, y Ciudad Libertad, de Arroyo Arena, que han sido ya transformados, mediante la aplicación de coherentes programas de intervención social, y se continúan las acciones en La Concepción también del Consejo Popular, Arroyo Arena: El Palenque, en Alturas de La Lisa, el Hueco en Versalles; en el Consejo Popular El Cano, Bello 26, Valle Grande.
Para esas transformaciones está la cultura y su capacidad de salvar, y que en su amplio concepto, están las manifestaciones del arte que vienen a coronar esa carga espiritual que se necesita para que estos barrios no vuelvan a quedar rezagados. La cultura salva, compulsa y es un medidor de efectividad social.
AMC